Atrapado por su pasado: Escenas Inolvidables 2
‘Carlito´s Way’ (me niego a llamarla por su título español de ‘Atrapado por su pasado’) es una de las últimas obras maestras del cine de gangsters y la última cinta de Brian De Palma que merece tal calificativo (‘Mission Imposible’ y ‘Snake Eyes’ son grandes películas, pero no alcanzan el nivel de masterpiece del que sí gozan sus dos colaboraciones con Al Pacino). Hoy diseccionaremos una de las secuencias cumbres del film, aquella en la que Carlito Brigante acude con su primo Guajiro al garito clandestino de Quisqueya. Tensión, suspense y muerte se dan de la mano gracias a la dirección maestra de Brian De Palma.
Título original: Carlito´s Way.
País: EE.UU.
Año: 1993.
Duración: 144 minutos.
Director: Brian De Palma.
Guión: David Koepp.
Protagonistas de la escena: Al Pacino, John Ortiz, Rick Aviles, Jon Seda, Ruben Rivera y Elliot Santiago.
Minuto de la escena: 18:50.
Carlito Brigante: El último morriqueño.
‘Carlito´s Way’ es una obra maestra absoluta como ya dije en la introducción. Este film contiene innumerables escenas magistrales, por ello ocupará un lugar recurrente en esta ventana para el recuerdo que es “Escenas Inolvidables”. La secuencia que hoy recordamos es la primera escena de acción e intriga del film, insertada en los primeros minutos de metraje de la cinta, para que el espectador sacie sus deseos de sangre y tiros y De Palma pueda tomarse los minutos que desee en plantar la semilla de la gran historia de amor y traiciones que es ‘Carlito´s Way’.
Para ponernos en situación, un pequeño resumen del argumento de la película: Carlito Brigante (Al Pacino) es un mafioso puertorriqueño que acaba de salir de prisión gracias a la astucia de su abogado, David Kleinfeld (Sean Penn, aunque cueste creerlo, por su irreconocible aspecto). Tras salir de la trena, Brigante decide tomar un nuevo rumbo en su vida, reformarse, volver con su ex-novia Gail (Penelope Ann Miller) una bailarina profesional y conseguir de forma legal, 75.000 $ para cumplir su sueño dorado, de irse a Isla Paraiso a alquilar 4X4 a turistas con su socio Clayd Busey. Ese es su sueño. Pero antes de ello, Carlito tiene que recorrer mil y un obstáculos. Uno de ellos le lleva hasta el garito de Quisqueya (Rick Aviles). El tercer domingo de agosto, de mediados de los 70s, Carlito Brigante, se volverá a enfrentar a la muerte cara a cara. En un intercambio de coca que traslada su joven primo Guajiro (John Ortiz) todo sale mal y Carlito debe de empuñar de nuevo las armas. Sólo los más listos y preparados sobrevivirán.
(Voz en Off de Carlito Brigante)
«De modo que mi sobrino va a entrar ahí con treinta de los grandes y la leyenda, o sea yo. Así que entro con él. Dentro de cinco minutos estaremos en la calle con treinta mil dólares de golosinas muy dulces, más que suficiente para volver a encerrarme en donde acabo de salir».
De este modo con la voz en off de Carlito Brigante, que nos acompaña durante el relato en momentos puntuales del film, De Palma nos introduce en el garito clandestino de Quisqueya situado bajo una barbería que sirve de tapadera para lavar el sucio dinero de la venta de droga.
Nada mas entrar, De Palma nos obsequia con un plano largo, donde podemos ver el lugar en toda su extensión, barnizado de un rojo encendido, aviso de la espiral de sangre y violencia que vamos a presenciar y con una barra a uno de los lados, al otro unos sofás (rojos, por supuesto) y al fondo del plano, un billar, que servirá de arma improvisada para Carlito. Guajiro hace las presentaciones, ajeno a la trampa mortal que le han preparado, pero el veterano Carlito sabe que algo huele a podrido en Dinamarca y en ese garito más aún. Mientras Guajiro lleva a cabo el intercambio, Carlito le da vueltas a la cabeza buscando una salida para lo que será una muerte segura. Sabe que en lavabo se esconde un tipo armado, que no tiene muy buenas intenciones. Su primera reacción es intentar ir al baño para descubrir el pastel a ojos de su primo y ver las reacciones. Le cortan el paso, alegando que el water esta empozado. Carlito busca otra opción, no se rinde, echa un vistazo al billar, saca su paquete de cigarrillos y pide fuego. Uno de los dominicanos se lo da y al hacerlo descubre la pipa que lleva bajo su chaleco, ¡bingo!. A Carlito se le enciende la bombilla y empieza a sacar a flote toda su palabrería de gangsta del antiguo barrio. Amenaza a los dominicanos con una jugada maestra, un truco de magia, que los hará renegar de sus creencias. Carlito toma el control del tapete, coloca las bolas en posición horizontal a si mismo, la cara de uno de los dominicanos se queda detrás de la linea de tiro de Carlito, el otro a su izquierda, lo suficientemente cerca como para que Carlito lo deje fuera de juego de un golpe de taco, la música esta a tope, y todos preparados. ¡Zaaaaas! La escena echa a volar.
De Palma y su jugada maestra.
Hay que rendirse ante la inventiva visual de la que hace gala el director de ‘Carrie’ en este film llevando en volandas una típica historia de cine negro y gángster, narrada desde la perspectiva de su protagonista principal, un asombroso Al Pacino, en la que es una de sus más grandes creaciones de todos los tiempos (ignorada por la academia, que el año anterior le había dado el Oscar por ‘Esencia de mujer’, después de negárselo en muchas ocasiones).
Y es que este largometraje es una de mis debilidades cinematográficas. Motivos le sobran, una historia soberbia como es la de un soñador metido en un mundo corrupto dándole la vuelta de tuerca definitiva al típico leit motiv del maleante que quiere redimirse y salir del mundo criminal, pero que a cada buen paso que da, le siguen los fantasmas del pasado, que no están dispuestos a dejarle marchar sin pagar antes un alto precio por ello.
El primer gran momento del film es el detallado en el apartado anterior. Un crescendo de suspense que De Palma visualiza con su maestría habitual (maestría que por desgracia parece dormida en sus últimos films, salvo escenas concretas de ‘La Dalia Negra’).
Todo en la escena comentada es grandioso: la elección del espacio, opresivo y amenazante, los actores, un apoteósico Pacino y un perturbador Rick Aviles (con esa mirada y pose de cabronazo), esa atmósfera asfixiante envuelta en humo y encendida en sangre y un montaje frenético y majestuoso. Como la música va aumentado de ritmo y volumen por instantes y su sangriento y explícito tiroteo final, con una sentencia final de Brigante que es toda una declaración de lo que es la raíz de Carlito´s Way: No hay amigos en este puñetero negocio.
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