Amor a quemarropa: Escenas Inolvidables 1
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Quentin Tarantino vendió su primer guión para la Warner Bros a principios de los 90s. El libreto tenía un enorme potencial y por ello no tardó en convertirse en película, dirigida por Tony Scott y protagonizada por un espectacular reparto encabezado por Christian Slater, Patricia Arquette, Gary Oldman o James Gandolfini entre otros. Tarantino, tuvo que ver como su guión sufrió numerosos cambios a lo largo de los años en que este pasó del papel a la pantalla, pero su esencia y marca registrada quedaron patentes en algunas escenas realmente legendarias. Una de ellas es la que hoy reseñamos. Los orígenes del moreno de los italianos, momento con dos cojones protagonizado por un magistral Dennis Hopper.

Portada

Título original: True Romance.
País: EE.UU.
Año: 1993.
Duración: 120 minutos.
Director: Tony Scott.
Guión: Quentin Tarantino.
Protagonistas de la escena: Dennis Hopper, Christopher Walken, James Gandolfini, Paul Ben-Victor y Frank Adonis.
Minuto de la escena: 45:30.

Pongámonos en materia, para quien no la haya visto (o no la recuerde) ‘Amor a quemarropa’. La película trata de un dependiente de una tienda de cómics llamado Clarence Worley (Christian Slater) que el día de su cumpleaños y en plena sesión triple de pelis de Sonny Chiba en un viejo cine conoce a Alabama (Patricia Arquette), de la cual queda totalmente prendado al cabo de unos minutos. Tras ver que tienen muchísimo en común en cuanto a gustos y aficiones, esa misma noche dan rienda suelta a la pasión y se van al apartamento de Clarence donde harán el amor muy estilo de los 90s, con sábanas volando por los aires y posturas varias. Tras el desahogo sexual, Alabama le cuenta a Clarence la verdad. Y esa es ni más ni menos, que ella es una prostituta contratada por el jefe de Clarence, para que el chaval tuviera un día de cumpleaños inolvidable, lo malo es que Alabama, se ha enamorado de Clarence y viceversa. Lo único que interrumpe el amor entre ambos es el proxeneta de Alabama, Drexl (Gary Oldman) un chuloputas blanco que se cree negro y que tiene poder total sobre la joven. Clarence toma una drástica decisión, hacer una visita a Drexl y pagar por la libertad de Alabama (con un sobre vacío) y llevarse con él sus pertenencias. Mal asunto, puesto que Drexl además de ser un blanco que se cree negro es un tío muy chungo y la que lía es parda. Al final, todos muertos, Clarence en pie y la maleta de Alabama con él. Lo malo es que la maleta no está llena de ropa, sino de medio millón en coca que pertenece a la mafia italiana.
A partir de ahí, disparos, muertes, policías, referencias al cine asiático a tutiplén, cine dentro del cine, mafias chinas e italianas y mucho más, con el sello inconfundible de Tarantino de por medio.

Amor a quemarropa

«Dígale a los Ángeles, cuando llegue al cielo, que jamás había visto el mal tan personificado como lo vio en el rostro del hombre que le mató».

La escena que hoy comentamos es la siguiente, en plena huida de la mafia y perseguidos por traficantes y maleantes, Clarence y Alabama, hacen una visita al padre del primero, para que este pueda conocer a su nueva y flamante nuera. El padre de Clarence es un antiguo policía llamado Clifford Worley, ahora guarda de seguridad, que en el pasado tuvo problemas con el juego y el alcohol. un personaje hecho a la medida de Dennis Hopper (que se pasó todo los 80s interpretando a borrachos en todas y cada una de las pelis que hacía, básicamente porque se pasó todo los 80s borracho y colocado). Tras pasar una agradable mañana con su hijo y su nuera, estos parten hacia Los Angeles. A la mañana siguiente llegan hasta la caravana de Clifford unos hombres de traje, europeos, para más señas italianos, de la isla de Sicilia, todos muy morenos y con los ojos y piel oscura. Clifford sabe que esos tipos no vienen con muy buenas intenciones y que de morir no se  libra, por lo cual opta por la vía heróica de vacilar a sus ejecutores.

El jefe de todos esos sicilianos es Vincenzo Cocotti alias El Vengador, que es como él se auto-presenta, con los rasgos del siempre excepcional Christopher Walken. Cara a cara, El Vengador y Clifford están a punto de jugar a preguntas y respuestas, al juego de las verdades y mentiras.

Amor a quemarropa

Empieza la función. Clifford consciente de que no tiene nada que hacer ante su muerte inminente, decide pedir un cigarrillo a Cocotti, respirar hondo y contarles una fascinante historia acerca de como los moros invadieron Sicilia y cambiaron toda la linea sanguínea del lugar, asegurándoles a todos los allí presentes que antes de la llegada de los moros, los sicilianos eran rubios y de ojos azules. Tras la invasión mora, los sicilianos pasaron a ser morenos de pelo y ojos negros. Al terminar la historia mira a los ojos a Cocotti y le viene a decir algo así; “cree que miento, usted me ha dicho que sabe los 17 puntos del hombre para pillarle en una mentira, dígame cree que yo miento con esta historia”. Cocotti se ríe, asiente con la cabeza mira a sus sicarios se levanta y le da el beso de la muerte a Clifford.

Amor a quemarropa

Dicha escena alcanza cotas de gran cine pocas veces visto en los films de Tony Scott, que aquí cuenta con un guión plagado de diálogos realmente memorables. Apoyado en ellos, una selección de actores absolutamente perfecta y una música hermosísima de Hans Zimmer el momento se eleva como el mejor instante del film y una las mejores escenas sacadas de la mente de Quentin Tarantino.

Ver a Dennis Hopper contar la historia de la invasión de los moros en Sicilia es apoteósico… e impagable son las réplicas verbales y físicas de Walken, que no hacen sino elevar el momento hasta altísimas cotas pocas veces visitadas por el hermano pequeño del director de ‘Alien’.

No sólo la escena merece ser recordada por los diálogos, sino por el heroísmo fatal que destila el personaje interpretado por Hopper. Un hombre quizás cansado de vivir, que ha tocado fondo, viudo, hundido, despojado de su antiguo trabajo y con un negro y humillante futuro como guarda de seguridad por delante, que ve en aquellos sicilianos la posibilidad de morir orgulloso de si mismo, mirando a la muerte a los ojos y riéndose de ella con un cigarrillo en la boca. Todo eso nos dice la mirada y gestos de un Hopper perfecto en papel. Lo mismo que un Walken, que aparece como un ciclón en la que es su única escena en el film, luego desaparece del mapa, no se sabe si por que así estaba escrito en el guión original de Tarantino o porque Scott vio que ninguna escena más de aquel personaje superaría a esta. Sea cual sea la verdadera opción, lo cierto es que estamos ante uno de los grandes momentos del cine de acción de los 90s. Un instante que todo cinéfilo que se precie debe de ver por lo menos una vez en la vida.

Una muestra de que cuando hay talento de por medio, basta con poner a dos grandes actores frente a frente, en un espacio reducido, acompañados de una música melancólica y evocadora. Con ello conseguirás un instante mítico y legendario del cine de los 90s.

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