Sí que están saliendo críticas negativas, más de las que esperaba. Os dejo con una que me ha llamado la atención. La crítica se aleja de la estupidez y del forofismo que muestran otras críticas de ciertas webs. Creo que es bastante objetiva:
Nieva sobre Gotham City. También nevaba habitualmente en el Londres sucio y violento de las novelas de Charles Dickens, autor al que Christopher Nolan dice haber recurrido para inspirarse al escribir el guion de “El Caballero Oscuro: La leyenda renace”. Un resurgimiento que es a su vez fin de fiesta y mortero en el que se reúnen todos los elementos de las dos películas anteriores. Hay en esta tercera entrega, pues, todo lo que los seguidores de la saga amaron y odiaron de “Batman begins” (2005) y “El Caballero Oscuro” (2008). Un cierre que se sitúa entre medias de esos dos filmes, la introspección y el espectáculo, los orígenes y el destino, el protagonista y los secundarios robando planos. Eso significa que continúan presentes las sobreactuaciones de algunos personajes, que contagian antes una risa que el sentido del drama; ahí está la grandilocuencia teatral que ha pretendido sellar prestigio sobre la falacia de que el de superhéroes es un género pop y ligero.
El que se supone gran fichaje de esta última parte, el villano Bane (Tom Hardy), luce así una vocalización magnética y perfecta que parece demasiado exquisita para el papel. A eso se suman ciertas confusiones de trama, que a pesar de su exagerado metraje se precipita por momentos; escenas de acción demasiado rígidas, subrayadas por la partitura machacona marca Hans Zimmer y sin una planificación sobrecogedora. Los diseños de gadgets y nuevos vehículos son más bien grises y feos; las sorpresas y el desenlace del argumento resultan previsibles al iniciado y al espectador más o menos atento. Pero por debajo de ese show de proporciones gigantescas, en el que todo funciona sin que ninguna parte brille particularmente —Anne Hathaway limpia el recuerdo de Catwoman, pero no le añade lustre—, conviene llamar la atención sobre una responsabilidad que Nolan quizá asume o no conscientemente. “Historia de dos ciudades”, la novela de Dickens que el director invoca en este Batman, narraba el auge de la revolución francesa en 1789.
"El Caballero Oscuro: La leyenda renace” se acerca al clima del tiempo al que pertenece, a nuestro presente. Lo inquietante es que termine presentando toda la ira acumulada contra la banca, la Bolsa, los políticos, los capitalistas y las falsas promesas de los estados como causa del terrorismo y el apocalipsis, mientras los ricos y las fuerzas del orden sufren brutales e injustificados ataques. Un discurso conservador y sin matices, camuflado tras la pirotecnia de blockbuster. No es casual que el escenario de Gotham haya pasado del rodaje en Chicago, con su ambiente gótico y operístico, a Nueva York, ciudad que representa esa lucha entre tragedia y (falsa) esperanza que invoca el personaje de Bane. En su historia para el universo de Batman, “¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado?”, el escritor Neil Gaiman desarrollaba la teoría de que Batman vivirá decenas de reboots y nunca podrá morir, ya que antes que una persona se trata de un mito. Christopher Nolan ha dibujado en esta despedida esa misma idea, convirtiéndola en la alternativa de calidad a la superproducción de verano. Pero el hielo se rompe si se apoyan sobre él muchos excesos. Demasiada leyenda para unas alas más frágiles de lo que parecen.
Calificación: 6/10