Autor Tema: Tus mas recientes compras y lecturas...  (Leído 59354 veces)

0 Usuarios y 1 Visitante están viendo este tema.

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #25 en: Abril 03, 2009, 03:18:26 pm »
Jejeje osea que te agenciarás toda la colección! Bien hecho, los libros son arte que no valen lo que cuestan!

Yo tras alucinar y salir encantado con Una Pareja de Tres me he agenciado el libro el cual es real y la peli se ha basado en dicho libro:

Marley y yo




Desconectado DC Fan

  • Colaborador
  • Conferenciante
  • *****
  • Mensajes: 8141
    • Ver Perfil
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #26 en: Abril 05, 2009, 01:51:53 am »
Legion... la "secuela" del Exorcista.

...me conformo con que este la mitad de bueno que la primera.

Fabuland...una novela juvenil que trata sobre un chico que se la pasa jugando un MMRPG.

Desconectado DC Fan

  • Colaborador
  • Conferenciante
  • *****
  • Mensajes: 8141
    • Ver Perfil
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #27 en: Abril 21, 2009, 07:10:15 pm »
He decidido dedicarme exclusivamete a los libros.

...me ha entrado el gusanillo y quiero aprovechar y terminar los pocos que tengos pendientes para volver a los videojuegos ahora que mo 360 esta arreglada!!!

Me he liedo...

Perrera de Daniel Ruiz

...tuve que leerlo para la universidad. Al comienzo cuesta bastante cogerle el ritmo ya que los capitulos se tratan de 1 o 2 parrafos enteros donde toda la accion y los dialogos aparecen a la vez.

No estuvo mal


Legion... si han visto esta tercera parte de El Exorcista sera mejor que se queden con esa imagen en la cabeza. El libro se lleva el 95 por ciento de la trama en cuestiones filosoficas y espirituales y no es sino hasta la ultimas paginas del libro donde realmente pasa lo que en la pelicula.


Fabuland... Me entretuvo bastante. Aunque le cogi el ritmo ya un poco pasado los primeros capitulos. Y el final lo senti un poco abrupto. Pero merece la pena por lo original.

Y ahora mismo estoy leyendoLa Puerta Oscura, El Mal. La segunda parte de la trilogia que comenzo con El Viajero en el 2008 y terminara en el 2010.He liedo bastante y tengo que decir que ha mejorado muchisimo respecto a la primera parte.

Desconectado Dr_Subzero

  • Colaborador
  • Jubilado
  • *****
  • Mensajes: 10384
  • El maniático
    • Ver Perfil
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #28 en: Mayo 04, 2009, 09:49:49 pm »
Otro a la saca, esta vez le ha tocado a 'La Torre Oscra III: Tierras baldías', la cosa se anima  :)


Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #29 en: Mayo 04, 2009, 09:57:43 pm »
Jejeje ya te vi yo en el metro con la segunda parte bien adentrada su lectura  :green:
Ya nos contarás que tal.... (¿hay para hacer una peli de esta saga como quieren o se necesita una serie de 22 capítulos?)

Desconectado Dr_Subzero

  • Colaborador
  • Jubilado
  • *****
  • Mensajes: 10384
  • El maniático
    • Ver Perfil
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #30 en: Mayo 04, 2009, 10:27:46 pm »
Pues ni lo uno ni lo otro. Igual Jackie puede dar un punto de vista más acertado, pero tiene una pinta de inadaptable esta serie que tira pa' trás  :xd: Aunque vete a saber, igual en una serie por capítulos podrían hacerlo.

Desconectado Glez

  • Redactor
  • Colaborador
  • Jubilado
  • *****
  • Mensajes: 10840
  • Descubridor de LA INFLUENCIA en CYC.
    • Ver Perfil
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #31 en: Mayo 14, 2009, 04:49:41 pm »
Y hoy tambien ha caido esta novela:




Tras el impacto de la magistral No es país para viejos no he podido resistir la tentación de leerme uno de los (que dicen) mejores libros de su autor, Cormac McCarthy. Y de la que habrá peli con Viggo Mortensen de protagonista absoluto.
"Alabado sea el señor, mi fuerza. El adiestra mis dedos para la lucha. Y mis manos para la guerra".

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #32 en: Mayo 14, 2009, 05:00:23 pm »
Ah mira, nuestro corresponsal no solo ve sino que lee! Si señor, ya nos contarás. La peli dicen que es muy buena...veremos a ver!

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #33 en: Junio 02, 2009, 11:17:26 pm »
¿Alguien sabe que tal es Nocturna de Guillermo del Toro?

De la desbordante imaginación de Guillermo del Toro, el creador de la oscarizada El laberinto del fauno, llega la novela más perversa e innovadora que puedas soñar. Una estirpe maldita se propaga por el mundo, y tu tienes algo bajo la piel que les vuelve locos. Desearás que sólo sea un cuento...
Un Boeing 777 aterriza en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York proveniente de Berlín, y cuando se dirige a la puerta para que los pasajeros empiecen a desembarcar, de repente se oscurece. La torre de control pierde contacto con el piloto y toda la actividad eléctrica del aparato se corta. No se escuchan móviles, ni BlackBerries, ni la radio, nada. Las cortinas de las ventanillas están bajadas y no se ve a nadie dentro. Se reúne un equipo de emergencias y todos observan al avión silencioso ahora bañado por las luces del aeropuerto, en completo silencio. Parece una gigantesca lápida blanca que brilla contra el oscuro cielo de la noche. 

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #34 en: Junio 10, 2009, 03:31:01 pm »
Glez, cuando la leas espero comentario para ver si vale la pena agenciarlo o no.

Hoy me he comprado finalmente el libro de Guillermo del Toro. Ya os contaré!



Desconectado Mike Donovan

  • Verdugo
  • ***
  • Mensajes: 2619
  • This is this
    • Ver Perfil
    • Teatro de la Oscuridad
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #35 en: Junio 13, 2009, 10:00:36 pm »
Dos lecturas de cine para este mes:

-Las canciones que mi madre me enseñó:La autobiografía de Marlon Brando que había leído hace años de la biblioteca.Lo comentaré en el blog más adelante.

-Hollywood Babilonia I de Kenneth Anger:La segunda entrega no la encontré.Tengo ganas de hincarle el diente a este libro ya legendario sobre el lado oculto de Hollywood.Se centra en los escándalos de las estrellas del cine mudo y primeros años del star system.
Ha comenzado a subir el telón: http://teatrodelaoscuridad.wordpress.com/

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #36 en: Junio 13, 2009, 10:20:09 pm »
Bueno, veo que Mike también lee  :green: así que aprovecho para preguntaros a todos, ¿mola la trilogia de Millennium o está sobrevalorada?

Desconectado Mike Donovan

  • Verdugo
  • ***
  • Mensajes: 2619
  • This is this
    • Ver Perfil
    • Teatro de la Oscuridad
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #37 en: Junio 13, 2009, 10:23:14 pm »
Yo es que de lecturas sólo leo biografías y libros de cine.Pocas veces leo novelas.Sorry...
Ha comenzado a subir el telón: http://teatrodelaoscuridad.wordpress.com/

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #38 en: Junio 13, 2009, 10:35:49 pm »
Okis, gracias compañero  :hola:

Desconectado Glez

  • Redactor
  • Colaborador
  • Jubilado
  • *****
  • Mensajes: 10840
  • Descubridor de LA INFLUENCIA en CYC.
    • Ver Perfil
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #39 en: Junio 15, 2009, 01:22:16 am »
Yo mas o menos como Mike, a ver si me termino "La Carretera" aunque es dificil de leer la jodida, más que "No es país para viejos"...
"Alabado sea el señor, mi fuerza. El adiestra mis dedos para la lucha. Y mis manos para la guerra".

Desconectado Dr_Subzero

  • Colaborador
  • Jubilado
  • *****
  • Mensajes: 10384
  • El maniático
    • Ver Perfil
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #40 en: Junio 15, 2009, 09:45:50 am »
Hombre Alex, yo me he pulido en 10 días los dos primeros libros de 'Millenium', me los dejó mi hermana y la verdad es que me han gustado bastante. Ojo, no es una super obra maestra... Pero el tal Larsson tiene talento. La historia engancha, aunque para mi gusto es un tio que escribía de forma un tanto farragosa, excesivamente decriptiva en algunos momentos. El primer libro cuesta que te enganches al principio, pero poco a poco la cosa va mejorando y acabas pasándolo bien. Y en el segundo creo que se superó porque engancha de principio a fin. Lo que pasa es que aunque cada historia termina con cada libro, hay una trama personal de los personajes que no acaba. Es decir, que te has de chupar la trilogía entera si quieres saber qué pasa con cada uno de ellos ;D

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #41 en: Junio 15, 2009, 10:26:58 am »
Mmmm pues mira, me das esperanza porque me temía lo pero. Muchas gracias fiera, ya voy sobre seguro, que mi mujer no para de preguntarme y decirme que los quiere (me lo insinua  :juajuas: )

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #42 en: Julio 17, 2009, 05:43:10 pm »
Hoy le he regalado a la mujer Grandes Esperanzas que le tenía muchas ganas (ella). La peli le encanta y supongo que el libro lo hará más.


Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #43 en: Julio 20, 2009, 09:21:24 pm »
Hoy ha caído este...y es que últimamente me trago los libros como si fueran caramelos



“Naturaleza muerta" nos presenta un mundo devastado por una catástrofe de proporciones bíblicas. Siete supervivientes en un tren hacia ninguna parte. Siete personas heterogéneas, distintas, asustadas, cada una con su propio secreto inconfesable. Por las calles de todas las ciudades del mundo caminan legiones de muertos vivientes, devorando cada ápice de carne viva que cae en sus manos. Y todos ellos buscan algo. ¿Pero qué? ¿Qué ha causado tal catástrofe? ¿Por qué sólo han sobrevivido siete personas, y a dónde las lleva ese tren? La respuesta a estas preguntas podría ser algo extremo y aterrador, algo para lo que ninguno de ellos está preparado.

Una historia macabra de supervivencia, amor y odio en un mundo donde la especie humana encara su extinción. Donde las últimas personas vivas tendrán que enfrentarse no sólo a su futuro, sino a su propio secreto inconfesable, a su propio pasado oscuro."


Es una creación Española y hay que darles de comer a los de casa jejeje.
Por si alguien quiere leerse el primer capítulo, ahí va:

Spoiler for Hiden:
CAPÍTULO 1

100

Dejad que os hable del hambre.

099

El hombre que miraba por la ventana de aquella celda acolchada no creía que estuviera loco. De ningún modo.
Él mismo había llegado a establecer diferentes conceptos y definiciones para la locura a lo largo de aquellos años de encarcelamiento, a través de todas las horas perdidas y las noches sin dormir y los días sin esperanza. Nociones que apenas raspaban la superficie de lo que se escondía en ese cajón oscuro lleno de pesadillas que los Hombres de Batas Blancas llamaban “el subconsciente”. Ellos decían que José Marinero era diferente de los demás hombres porque había perdido los candados del cajón oscuro y, por no encontrar las malditas llaves, había dejado que las pesadillas escapasen y pudriesen su cerebro con las más insólitas aberraciones. Con imágenes valientes y obscenas y terribles y benditas que lo habían acompañado cada día (desde que el sol salía por su Este particular hasta que caía derribado al fin por los antiaéreos en alguno de los otros puntos cardinales) desde la pubertad. Eso era todo, un problema de mala organización, de no saber guardar unos candados en su sitio.
¿Pero qué sabían ellos, al fin y al cabo? Los de las Batas Blancas no estaban locos, o eso les aseguraban a sus lindas esposas cada noche. ¿Cómo puede alguien que nada sabe de la locura pretender estudiarla a distancia y, aun peor, decidir qué hacer con ella? La estúpida psicología no es más que un engaño, una cuestión de estadística y observaciones (todas desde el exterior lejano y aséptico, ninguna desde dentro) y predicciones matemáticas que nada se adecuan a la realidad, eso opinaba José Marinero. Ninguno de los Batas sabía en realidad cómo funcionaba el cerebro. Ellos decían “vale, si tiene cuatro patas y se lame el culo, es que es un perro”, pero el perro podía ser un hipopótamo disfrazado, o un gato con anginas. No tenían ni la más remota idea de por qué un chispazo eléctrico sobre la neurona adecuada podía equivaler a la Quinta Sinfonía o al asco por verse el pene goteando semen tras la paja regular de por la mañana. Todo lo veían como pura estadística, y mediante los estúpidos tests y los dolorosos electros mantenían a todo el mundo en aquel edificio con las manos clavadas en sus putos candados, no fueran a perderlos y les pasara como al pobre José, cuya cabeza se le había podrido por dentro.
Por eso se sorprendió tanto cuando miró a través de la ventana de la celda, aquella mañana, y examinó horrorizado el mundo exterior.
Algo le ocurría al mundo exterior.
Todavía no había el menor rastro de humedad. Faltaba poco para que septiembre se retirara a una vida mejor, más contemplativa, y en el aire todavía flotaba un colchón de smog que, una vez troceado y diluido por la lluvia, empaparía los ánimos de todos aquéllos que salieran a regañadientes a las seis de la mañana de sus confortables hogares para ir a trabajar. Pero eso sería más adelante; por el momento estaban en ese mes y en Madrid dejaban que septiembre durase todo el tiempo que quisiera.
Se suponía que desde aquella prisión de suelos de goma José no podría acceder, ni con la vista ni con la imaginación, a lo que fuese que estuviera esperándolo fuera. Sólo habría podido mirar al cielo y preguntarse por qué no llegaba de una santa vez el mal tiempo, para hacerse ilusiones de que él también era uno de esos desgraciados con más pertenencias en la oficina que en casa. Pero alguien se había relajado con la vigilancia y había permitido que una rendija en el muro que rodeaba el hospital se hiciera más grande con cada invierno; una metedura de pata de algún albañil despistado, que había puesto demasiado cemento en aquella mezcla o demasiado poco, y que con el tiempo había agrietado el muro trasero. La administración no se había preocupado por arreglarlo porque aquel ala abierta del hospital no daba a una zona que albergara enfermos (¡otra vez esa palabra!), sino a un par de grupos electrógenos oxidados llenos de cables y tuberías que se hundían como estiletes en los edificios, rasgándoles la piel de yeso. Aquella fisura, separada dos escasos metros de la ventana de José, aparte de para permitir la ocasional entrada de algún gato, también servía para que su mirada escapase. No se podía ver mucho a su través: una esquina iluminada de noche por un cartel rojo; un pedacito minúsculo de calle que era cegado durante décimas de segundo por algún coche que pasaba; lo que podía ser la sombra de una farola que, todos los días a la hora exacta de tomar las pastillas, se derramaba sobre la esquina adoptando la forma de un cisne monstruoso.
También se veía pasar gente, claro. Eso era lo que más le gustaba a José. Hombres, mujeres, niños si eran suficientemente altos, ancianos si no estaban demasiado encorvados. Algunos incluso se detenían a charlar unos instantes ante la grieta, y permitían que José, que los observaba sin ser visto al otro lado de la ventana con rejas, disfrutase de cada segundo, imaginando posibilidades. Lo que haría con ellos cuando saliese de aquella habitación. Las cosas que les enseñaría sobre lo que había descubierto de la locura durante sus años de encierro.
Pero claro, él no estaba loco. Eso por descontado. Lo observaba todo desde fuera, como los Batas, sólo que con un ojo más clínico.
Lo que había asustado a José Marinero aquella mañana, cuando al fin se le había pasado el efecto de las malditas pastillas, era que había algo distinto en la grieta. Y en lo que se veía a través de ella. En lugar del amortiguado ronroneo de los coches y de las intuidas conversaciones entre madres e hijos, había un silencio atronador. Y ya no pasaban vehículos cegando la grieta. La calle estuvo extrañamente desierta durante buena parte de la mañana. Se oían gritos lejanos, y sirenas, y había un ligero pero constante temblor en el suelo, como si todas las piernas de la ciudad lo golpearan con fuerza a la vez.
Aquella puertecita a la que le faltaban los candados y un par de goznes en la cabeza de José empezó a chirriar. Imágenes de su pasado se colaron a través de la madera, correteando por los salones vacíos como espías sin licencia. Imágenes de la adolescencia, enterradas bajo cientos y cientos de pastillas, alzaron una mano como los muertos de aquellas películas tan malas que exhibían en el cine Strassa, en la esquina con Olmos y Santa Marta, cuando llegaba para ellos la hora de alzarse de las tumbas y agarrarse al cielo como los fieles de una iglesia el día después de una catástrofe. Las imágenes de sí mismo degollando gatos junto con su primo Pedro, antes de darse mutuamente por el culo en el patio trasero de la tía Begonia mientas la sangre de los animales les manchaba los genitales, dejaron de tener ese saborcillo a química hospitalaria, a alcanfor rancio de botica, y aumentaron de volumen, con la inmediatez de lo ocurrido recientemente en lugar de hacía treinta años. José se llevó un dedo al ano y se lo rascó distraídamente, mientras la mitad de su cerebro estaba tratando de dilucidar qué era lo que le mostraba hoy la grieta, por qué no había coches ni personas, y a la otra mitad le llegaba nítido el perfume del sudor de Pedro, las gotitas de excitación que le bañaban los testículos mientras la sangre de los gatos hacía de lubricante. Él había nacido con un labio leporino, defecto que le habían corregido quirúrgicamente al nacer. Sin embargo, tenía otro pliegue irregular en el miembro que nadie se había atrevido a tocarle.
Pedro había muerto unos años atrás, atropellado por un camión. Si existiera en realidad aquello que los chalados del Ala Siete (los que tenían permiso de los Batas para volcar sus chifladuras en versos sobre papel) llamaban “justicia poética”, Pedro habría sido degollado por un león furioso, escapado de algún circo o del dúplex de algún rico excéntrico, en justa retribución por sus crímenes contra el mundo felino. Pero no, había sido un conductor borracho (¿o el borracho era Pedro, que cruzó la autopista sin mirar creyendo que era una comarcal de cinco carriles?) que le pasó una madrugada por encima con todas y cada una de las doce ruedas de su tráiler, el eje, los amortiguadores, el tubo de escape y la madre que lo parió. El cuerpo de Pedro fue exprimido como una naranja, extrayendo de él hasta la última gota de alcohol, de sangre, y del semen que aún pudiera quedar en sus entrañas de cuando él y José eran artistas. Poco después, a él lo encerraron en el hospital. Nunca supo lo que fue de tía Begonia.
El día de hoy parecía una efeméride de aquel desastre, de aquel camión conducido por el Diablo que había salido rugiendo de la niebla, como en la película de Spielberg. Las calles desiertas anticipaban un desastre inminente, la salida de los pistoleros para ejecutar una matanza sincronizada, a ritmo de reloj de campanario, de revólveres nacarados. Era como si el mundo exterior hubiese perdido también los candados y estuviese pidiendo a gritos un electro bien potente (y con los cables asidos a los huevos con sus pincitas, como a veces se lo hacían a él) para volver a la normalidad.
Entonces, José Marinero descubrió por qué las imágenes de Pedro habían vuelto a escaparse de la caja.
No le habían suministrado las pastillas. La hora de la química había pasado, y se habían olvidado de él. La sacrosanta fiesta de las anfetas tendría un concelebrante menos aquella mañana.
Eso le asustó más que nada. Más incluso que el súbito cambio de biorritmos del mundo exterior. No era posible que los enfermeros se hubiesen olvidado de darle la medicación. En años y años de prisión y tortura allí dentro jamás había sucedido. Y ahora que lo notaba...
Se despegó de la ventana, por la que entraba un oblicuo y enfermizo rayo de luz, tamizado en rombos por la reja, y se aproximó a la puerta. Silencio. Algún grito ocasional que rebotaba con eco en los pasillos. Nada que se saliera de lo normal. Pero el pasillo albo, impoluto, estaba desierto. Nadie derrapaba por la milla blanca. No había Batas llevando carritos de aquí para allá ni inspecciones rutinarias con portafolios. Nada de nada. El edificio, salvo por los gemidos que a veces sorteaban las puertas de las otras celdas, atestiguando que los demás pacientes seguían allí, parecía desierto.
¿Se habrían marchado los médicos, dejándolos allí dentro? ¿Habrían descubierto esos apestosos Batas la verdad (que la psicología era un fraude freu-(frau)-diano) y se habrían ido en masa a engrosar las listas del paro o a fumarse el título universitario? ¿Y qué pasaría con los enfermos?
Tras tantos años metiéndose química en el cuerpo, no le daba apuro admitir que, aunque aquello era un error y en el fondo no la necesitaba, se había vuelto adicto a todos esos fármacos llenos de nombres en latín y barrocas cadenas de aminoácidos. Le daba más miedo pensar en que no le darían su dosis durante una semana, que saber que la puerta estaba cerrada con llave y que, llegado el momento, alguien tendría que venir a darle de comer.
Entonces oyó un ruido.
Se había abierto una puerta. Por el sonido, que José podía situar con precisión milimétrica, era la puerta doble que llevaba al Ala Norte, a las consultas de los Batas. La que no tenía picaporte, sino una placa de cobre para empujar con la mano o con el trasero. A través de ella sólo salían los tipos de los portafolios y los carritos llenos de tickets to ride. José pegó todo lo que pudo la cara al cristal del ventanuco. La nariz se le dobló hacia un lado, roma y chepuda como la de un boxeador veterano. Sus ojillos nerviosos casi sobresalían de las cuencas, el globo ocular al completo, para pegarse aún más al cristal y ver quién se acercaba.
Antes de verle la cara, lo reconoció por la vestimenta. Aquel traje negro sin una mota de polvo, la corbata siempre recta, como si estuviese almidonada, y los gemelos de oro en las mangas a la usanza de los antiguos caballeros, que devolvían el apagado resplandor de los neones con una fuerza inusitada.

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #44 en: Julio 20, 2009, 09:22:54 pm »
Spoiler for Hiden:
José retrocedió, pegando la espalda húmeda al otro extremo de la celda. Sí, sabía quién era: el único Bata que nunca llevaba uniforme, el único que vestía un traje de Armani cuando venía a trabajar. Damián Zurek. No un doctor, sino el Doctor.
José notó cómo se le revolvían las tripas de miedo cuando los pasos se detuvieron frente a su celda y una mano pasó una tarjeta de control por la cerradura electrónica. La mayoría de los enfermeros y los Batas habían automatizado aquel gesto, elevando la mano y pasando la tarjeta con tanta velocidad que a veces al mecanismo ni le daba tiempo de despertarse y preguntar “¿qué coño ha sido eso? ¿Alguien lo ha visto?”. El doctor Zurek no. Él deslizaba la tarjeta con precisión, como si fuera un escalpelo, tomándose su tiempo. Ninguna puerta podría haberse negado a abrirse ante él. Ninguna se habría atrevido.

098

—Ven conmigo —dijo el doctor, con aquella voz de contralto que vibraba detrás de sus orejas, como si siempre hablase desde el interior de una catedral.
José Marinero soltó un aliento que no sabía que estuviera conteniendo, y asintió con la cabeza. Claro que iría. Lo seguiría como un perrito faldero a donde él quisiese, tal era el grado de respeto y de temor que le inspiraba aquel hombre. Otros Batas necesitaban escolta de los celadores para entrar en las celdas, pues había pacientes que los odiaban a muerte, y como no tenían nada que perder se les echaban encima a la menor ocasión. Tal era el caso de Chikán el Gordo. Chikán (ése no era su verdadero nombre, sino un mote que le habían puesto en su barrio por su aspecto de chicano sin papeles ni ganas de trabajar por conseguirlos) dormía en la celda de al lado. Eso era casi lo único que hacía durante el día, dormir, aplastado por prensas de alquimia salvaje que podrían haber tumbado a un rinoceronte. La primera vez que un Bata, uno de esos niñatos recién salidos de la facultad con ganas de demostrar que iban a cambiar para siempre la faz de la medicina, había entrado sin escolta en su celda, Chikán lo había mirado con distanciamiento, había escuchado todos los paternales consejos sobre cómo sobrellevar su enfermedad para librar de sufrimientos a sí mismo y a su familia, y luego le agarró la cabeza con aquellas manos de inmigrante ilegal, enormes y rellenas de carne. Y le retorció el cuello hasta que la sonriente faz del Bata giró como la de los gatos de tía Begonia. Desde entonces Chikán no hacía más que dormir y hacérselo en el pañal, reducido a algo poco más evolucionado que un escarabajo, mientras los Batas se lo pasaban en grande abriéndole la frente y hurgando dentro con los escalpelos. Ni la Policía ni la asociación de derechos de los enfermos tenían nada que objetar, después de lo que le había hecho al niñato de brillante futuro.
El Doctor, por el contrario, no necesitaba escolta. Ni celadores ni guardas de seguridad, ni siquiera una cartulina enrollada con la que pegarles en la cabeza a los pacientes traviesos. Él estaba más allá del castigo físico. Si el Doctor decía “ven”, José lo seguiría hasta el mismísimo infierno, más que nada porque la alternativa podría ser peor. Ni siquiera el chalado de Chikán se habría atrevido a ponerle una mano encima. Demonios, tal vez ni siquiera hubiera aguantado mirarlo directamente a los ojos sin tener que cambiar el pañal.
Así pues, José abandonó la celda y avanzó por el pasillo impoluto, pasito a pasito, detrás del hombre con el traje de Armani. Traspasó la puerta doble y entró en el Ala Norte, los ojillos moviéndose de un lado para otro. ¿Fue eso lo que sintió Pedro al cruzar aquella carretera, o ni siquiera supo que tenía delante su Gólgota particular hasta que la sirena del camión le previno del desastre, cuando era demasiado tarde, como las trompetas del Abismo?
El Doctor se detuvo frente a una puerta corrediza. José tardó en comprender que se trataba de un ascensor. La puerta se abrió. El Doctor hizo girar una llave en el panel de mandos y el ascensor comenzó a descender pisos, bajo tierra, lejos de la luz y de las alas conocidas por los pacientes. José no sentía la lengua dentro de la boca. La tenía contraída por el pánico, enrollada como una alfombra persa en la garganta, tan ancha que le impedía el paso del oxígeno. Pero aun así no dijo nada. Permaneció inmóvil como un nuevo elemento decorativo del ascensor, apoyado contra una esquina, hasta que éste se detuvo con una sacudida y se abrieron las puertas.
Un paisaje de tuberías y aristas metálicas se abrió ante sus ojos. Pasillos largos y estrechos, flanqueados por arterias de metal que palpitaban con el aliento y los residuos de los pisos superiores. Por aquellos sótanos lúgubres, inhumanos, circulaban los gases y los chorros de energía eléctrica que alimentaban el sistema nervioso del hospital; allí se deglutían los excrementos y se procesaban los residuos enlatados de mil tratamientos quirúrgicos y farmacéuticos. El aterrorizado José andó detrás del Doctor mientras lo guiaba por aquel laberinto, mirando las tuberías e imaginándose lo que contenían: por ésta caerían las cápsulas vacías de las pastillas rojas, las que tomaban los esquiz y los mans para dotar a su mundo de un asomo, aunque fuese una pequeña pizca, de vínculos. Por la de más allá se oían gotear las heces casi etéreas de los anorex, los que no podían tragar nada porque la comida se convertía en su garganta en un ácido que les corroía el estómago. Por la que vibraba al fondo, llena más de sonidos que de elementos sólidos o líquidos, se peleaban las fieras enjauladas de los deps, los llantos seguidos de risas histéricas que habían arruinado sus vidas tiempo atrás.
Por fin, cuando el goteo y la sinfonía de residuos se le antojaba insoportable, llegaron al final del paseo. El Doctor se detuvo delante de un manojo de tuberías para nada distinto de los anteriores, pero al que estaba encadenada una mujer. Llevaba puesto un guardapolvo blanco, aunque José no supo discernir si se trataba de una Bata o de una paciente. Debía de ser esto último, ya que la infeliz estaba encadenada como un perro a una tubería, la cabeza gacha y el rostro oculto tras la melena. Huellas de moratones desvaídos moteaban su piel aquí y allá, trazando un mapa de cardenales que, por algún motivo, parecía estático, yermo, sin la actividad natural del cuerpo que tenía que estarlos curando por debajo. La mujer estaba tan inmóvil que parecía un cadáver, sin la chispa subyacente de la vida que se trasluce en cada poro de la piel, en cada nervio, por relajado y exánime que esté.
José Marinero observó a aquella mujer, a aquel resto humano, y se preguntó qué era lo que el Doctor pretendía que hiciese con ella. Incluso se atrevió a levantar unos centímetros la vista y a mirarle, las pupilas escondidas al límite de los párpados, como si buscase una respuesta pero no quisiera forzar su suerte cruzando su mirada con la de un hombre tan insigne.
La puertecita de la caja que había en su subconsciente se agitó, avivada. La medicina ya no tenía efecto sobre ella, y sólo la falta de costumbre mantenía la podredumbre allí dentro. Las imágenes de los gatos.
El Doctor Zurek elevó una mano. Fue un gesto simple, una señal casi carente de significado, pero que al mismo tiempo lo invitaba (¡a él, al bueno de José!) a aproximarse a la joven. A hacer (esto ya lo añadió su imaginación) lo que quisiera con ella.
—Adelante.
dijo Zurek, y
—Adelante.
fue todo lo que dijo.
José estaba que no cabía en sí de gozo. ¿Era acaso un nuevo tipo de terapia revolucionaria? ¿Pretendía ejercer algún efecto terapéutico sobre él, aparte de inflarle los huevos con la presión de cien eyaculaciones no consumadas?
¿O es que... —aquí su imaginación ya corría desatada— ...acaso él era la terapia, la pastilla, el caramelo, que aquella mujer necesitaba para curarse? ¿Lo habían ascendido en el escalafón: de enfermo terminal a cura para otros?
Temblando de excitación, José se inclinó sobre ella. Ardía en deseos de arrancarle la bata a mordiscos y dejarla expuesta bajo el racimo de tuberías, los marchitos senos colgando como sacos de leche podrida, las caderas llenas de arañazos por haberla arrastrado alguien hasta allí, inmisericorde, por el pavimento del sótano; la boca abierta esperando su semen como si de un maná celestial se tratara.
Las imágenes de los gatos volvieron, abrieron la boca, desnudaron los colmillos. Pedro estaba allí en alma, pero no en cuerpo. Aun así, lo acompañaría en cada segundo del ritual, mientras cogía a la mujer, la penetraba por detrás y luego le abría la garganta, como en los viejos buenos tiempos.
En ese momento, cuando estaba a punto de tirar de los cierres de su bata, la mujer alzó violentamente la cabeza, apartando con el movimiento el velo de cabello que le ocultaba las facciones. Y José Marinero chilló, no de éxtasis, sino de terror. Porque aquella hembra estaba muerta, muerta de verdad, más que los animales de su recuerdo. Aun así, un ansia imposible de dominar mantenía su cuerpo en movimiento, buscando, suplicando, anhelando la calidez de la sangre, la tibieza de la piel viva. Aquellas fauces se abrieron, repletas de dientes astillados y amarillos, envueltos en cascadas de sangre coagulada que manaba de las encías, y José notó cómo se cerraban en torno a su garganta, arrancando un pedazo tan grande de piel y de músculos como le cupo bajo el paladar.
Lo último que oyó José, mientras la mujer se lo comía vivo, fue al Doctor Zurek diciendo con aire de diagnóstico:
—Entonces yo tenía razón. Tenía razón.

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #45 en: Agosto 06, 2009, 11:09:19 pm »
Acabado Entrevista con el Vampiro. Me ha encantado, genial, genial. Eso si, tengo un par de preguntas sobre el final que no me han quedado muy claras...

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #46 en: Septiembre 06, 2009, 12:13:55 pm »
Acabado de leer Déjame Entrar. Me ha gustado mucho más de lo que creía y he conectado mucho con los personajes y con Eli. Tengo ganas de ver la peli a ver como lo han desarrollado todo. Recomiendo su lectura!

Desconectado Alex

  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 19868
    • Ver Perfil
    • cineycine.com
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #47 en: Septiembre 29, 2009, 08:45:20 am »
Acabado de leer Naturaleza Muerta y si, está bien pero muchas veces el autor se va por las ramas y hace que pierdas el hilo. En todo caso, interesante.

Desconectado Glez

  • Redactor
  • Colaborador
  • Jubilado
  • *****
  • Mensajes: 10840
  • Descubridor de LA INFLUENCIA en CYC.
    • Ver Perfil
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #48 en: Octubre 10, 2009, 05:06:04 am »
Y yo que tengo LA CARRETERA muerto de risa en mi escritorio...
"Alabado sea el señor, mi fuerza. El adiestra mis dedos para la lucha. Y mis manos para la guerra".

Desconectado Slinker

  • Colaborador
  • Jubilado
  • *****
  • Mensajes: 12118
  • Colaborador-redactor
    • Ver Perfil
Re: Tus mas recientes compras y lecturas...
« Respuesta #49 en: Octubre 10, 2009, 11:00:30 am »
Acabado de leer Naturaleza Muerta y si, está bien pero muchas veces el autor se va por las ramas y hace que pierdas el hilo. En todo caso, interesante.

veo que te gusta la lectura eh. A mi me aburre leer... leo algo y a los tres minutos ya me canso  :-\

eso si, tengo pendiente el Jurassic Park de michael crichton, que lo tengo que leer si o si.