All Star Superman, el cómic
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Comentario de All Star Superman, el cómic

Cuando muchos creíamos que ya se había contado todo sobre Superman, llegó el que sin duda es uno de las grandes obras de las últimas décadas: All Star Superman, el cómic. Grant Morrison nos ofrece uno de sus mejores trabajos con esta visión crepuscular de un superhéroe que afronta sus últimos días con esperanza y determinación.

Valoración.
Mucho ha llovido desde que en 1938 Jerry Siegel y Joe Shuster crearan a Superman, y a lo largo de todo este tiempo hemos podido ser testigos de la evolución del personaje y de cómo se ha ido adaptando a las nuevas generaciones, suprimiendo ciertos elementos y añadiendo otros. Con ese propósito en mente nació la serie All Star, un claro intento de condensar en pocos números la épica, la esencia y la mitología de los personajes más representativos de la DC, siempre contando con los escritores y artistas más aclamados. Desgraciadamente la idea no terminó de funcionar, prueba de ello es que tan sólo se llegaran a realizar dos series, ‘All Star Batman’ y ‘All Star Superman’. De la primera, bastante más controvertida, ya hablaremos en otra ocasión. Centrémonos pues en la que nos ocupa.

A lo largo de doce números, ahora recopilados en un tomo único, Grant Morrison despliega con toda riqueza de detalles el fascinante universo de Superman. Pero no se trata sólo de mostrarnos cómo el mayor superhéroe de la historia afronta su final, sino también de ofrecernos una visión que navega entre conceptos tan distintos como son la muerte de Dios de Nietzsche y el mito griego de Prometeo. Así pues, no sólo asistimos al ocaso de un dios y a los preparativos antes de alcanzar su destino, sino a cómo la humanidad aprende a prescindir de él e incluso a crear otro dios que lo pueda sustituir en un futuro. Tal es el propósito de la inclusión de un personaje como Leo Quintum, que paradójicamente se convierte en causa y remedio al mismo tiempo.

Podría decirse que lo que Grant Morrison nos ofrece es una tragedia griega rodeada de optimismo, esperanza y emotividad. Y puede que así sea, a fin de cuentas la influencia de la mitología griega en esta obra es evidente, no sólo al utilizar el mito de Prometeo, que regaló el fuego divino a los hombres y luego fue castigado por ello, sino también al narrar los últimos días de Superman en clave hercúlea. En efecto, doce capítulos que engloban los doce trabajos que Superman deberá llevar a cabo antes de morir, antes de alcanzar el Hado o destino al que todo dios o humano está atado. Casualmente todo obedece a un círculo vital que comienza con el primer trabajo, donde Superman resulta mortalmente herido, y termina con el último donde regala a la humanidad la mayor herencia posible: la promesa de una resurrección.

Además de Superman hay un personaje que despunta por encima de todos, y ese es Lex Luthor. Su papel no es el de un simple villano, sino que es el instrumento del destino. En realidad su odio a Superman no es más que un modo de canalizar la envidia y sobre todo el miedo a la muerte que sentimos todos los humanos. Es algo que se hace evidente cuando Lex comenta que al mirarse en el espejo ve arrugas, mientras afirma amargamente que el hombre de acero permanecerá joven eternamente. Tras una vida luchando contra Superman, Lex afronta también sus últimos días preso de esa obsesión malsana, con el único objetivo en mente de terminar con su némesis aunque le cueste su propia vida.

Y si el guión es excelente, no podemos decir menos de la pluma de Frank Quitely, que consigue plasmar la historia con un trazo y una riqueza de colores francamente exquisita. Por ejemplo, podemos observar fácilmente el poder de ese trazo en el tratamiento que recibe Clark Kent, con una gestualidad y sobre todo un dinamismo que nos hacen olvidar completamente que estamos delante de Superman, algo que en la gran pantalla también consiguió el inolvidable Christopher Reeve. En cada uno de los doce episodios Frank Quitely mantiene el mismo estilo visual, que incluso consigue dotar de alma a los habitantes del planeta Bizarro.

Es esa mágica combinación entre Morrison y Quitely lo que convierte a esta obra en un caballo ganador que da sentido a lo que se pretendía conseguir con la serie All Star. La esencia de Superman, todo aquello que significa y ha representado durante décadas, lo encontramos condensado en doce historias conmovedoras que se convierten en todo un homenaje al género de superhéroes. Es obvio que el objetivo de Morrison no era mostrarnos grandes batallas ni luchas titánicas, sino la emoción y el sentimiento de un dios que llegado el momento se refugia en su humanidad para afrontar su final.

Conclusión.
La primera vez que leí este cómic pensé que estaba ante un conjunto de historias inconexas, algunas de ellas delirantes y absurdas. Luego comencé a atar cabos, a recordar que en realidad el mundo de los superhéroes carece de verosimilitud ni orden, y todo adquirió un sentido muy distinto. Esto en mi caso fue la señal inequívoca de que estaba ante una obra que puede resultar extraña al principio pero que debe saborearse con tranquilidad para disfrutarla. Y la verdad es que con el tiempo se ha convertido en una de mis lecturas preferidas, quizás porque recopila toda la épica y la grandeza de Superman, pero también porque como decía al principio nos regala la esperanza de que aún queda mucho por contar de nuestro kriptoniano favorito.

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