Zatoichi
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En 1962 se estrenó en Japón la primera película que narraba las aventuras de Zatoichi, un experto samurai ciego muy aficionado a los dados. Durante casi treinta años el actor japonés Shintaro Katsu daría vida a este peculiar héroe en un total de veintiséis películas que fueron un éxito en todo el país. Ya a finales de los noventa una amiga del actor propuso a Takeshi Kitano hacer una nueva adaptación. Y aquí la tenemos, con el estilo inconfundible de este afamado director. Veamos si su espada corta tan bien como parece.

«Aunque abra los ojos no veo absolutamente nada».-Zatoichi.

Zatoichi

Valoración:
Cuando Chieko Saito le propuso a Takeshi Kitano este proyecto él se mostró reticente, sobre todo cuando le sugirió que interpretara a Zatoichi. No había rodado nunca una película de época, aunque en su haber contaba con obras muy notables como ‘Flores de Fuego’ y ‘Brother’. Además, como buen japonés sentía un profundo respeto por el trabajo de Shintaro Katsu y no se veía sustituyéndolo en la pantalla.

Finalmente, y debido a la insistencia de la señora Saito, decidió aceptar el reto con la condición de que le dejaran hacerlo a su manera. El resultado fue un Zatoichi que, pese a conservar la ceguera y el bastón con la espada oculta, poseía diferencias sustanciales y psicológicas con el personaje de las películas originales. No sólo era distinta su indumentaria y su aspecto físico, sino también su comportamiento y las relaciones con los demás personajes. El samurai ciego que congeniaba con las personas honradas había dado paso a un tipo excéntrico que prefería mezclarse entre la chusma. Hay que tener en cuenta que la tendencia de Kitano a rodar lo que le gusta sin importarle nada más se debe a que tiene un público fiel, la crítica suele tratarle bien y encima la productora es suya.

Y es que Takeshi Kitano es un tipo muy peculiar, algo que siempre se refleja en las películas que dirige. Lejos quedan los tiempos en que defendía su fortaleza en ese programa de televisión tan dicharachero que en España se llamó Humor Amarillo. Desde que se diera a conocer en ‘Feliz navidad, Mr. Lawrence’, Kitano ha tenido una dilatada vida como actor y tras dirigirse a si mismo en numerosas películas ha conseguido imprimir su sello personal en cada obra que realiza.

Zatoichi

En este caso se tomó muy en serio su papel de Zatoichi y para no tener que recurrir a efectos visuales para mostrar el manejo de la espada se obligó a adoptar posturas incomodísimas que le causaron dolores en muñecas y tobillos. No contento con eso rodó todas sus escenas con los ojos cerrados para dar más verosimilitud a su papel de ciego, con todas las dificultades que eso conlleva. Y bueno, también decidió hacerse sus propias coreografías con la espada y rodar las peleas con dos cámaras en vez de una para asegurarse de que captaba lo que él quería. Vamos, que minucioso lo es un rato.

Ese estilo personal que tanto le caracteriza se aprecia más que nunca cuando incorpora a lo largo del metraje una serie de pausas cómicas y números musicales. No me refiero a escenas tipo ‘Hello Dolly’ sino a algo mucho más original. Un ejemplo sería el tema musical que está compuesto a base de los sonidos que van realizando los campesinos mientras trabajan en el campo, sonidos que a medida que se van enlazando conforman una melodía acompasada que sirve de acompañamiento a las percusiones compuestas por Keiichi Suzuki que suenan de fondo. Y en fin, imprescindible y apoteósico el número de claqué que se marcan todos los personajes al final de la película, con una música en la que se mezclan tambores tradicionales japoneses, guitarras e incluso música electrónica. Un espectáculo que de por sí solo ya merece el visionado de la película y que difícilmente se podría haber ocurrido a otro que no fuera Kitano, el cual se inspiró en un grupo contemporáneo japonés de claqué llamado «The Stripes».

El trabajo interpretativo de los demás actores es bastante pobre, aunque una película como esta que se basa en luchas a espada y situaciones surrealistas no lo necesita forzosamente. Eso sí, lógicamente tenían que llevar pelucas y trenzas además del atrezzo necesario para emular le época en la que transcurre la historia, lo cual obligó a Kitano a hacer muchas tomas de cada escena para poder pulir imperfecciones.

El trabajo cuidado también se extiende a los decorados, ya que al tratarse de una película de época Kitano tuvo que construir todo el mundo que albergaba la historia, recreando un típico poblado japonés hasta en los más mínimos detalles. El uso de ordenadores o efectos visuales queda reducido a las heridas y cortes que sufren los personajes en las luchas de espada, ya que Kitano pretendía dar una visión más gráfica de las mismas. El vestuario es otro elemento muy cuidado, y realmente Kazuko Kurosawa realiza un trabajo muy correcto.

Un aspecto final que también es interesante en ‘Zatoichi’ son los homenajes a otros directores japoneses, algunos de los cuales han tenido una importancia vital en la carrera de Kitano. Por ejemplo algunos planos bajos se deben a la influencia de Yasuhiro Ozu y algunas escenas beben de los dramas de Kenji Mizoguchi. Por su parte la tremenda meticulosidad de la composición es inequívoca herencia de Teinosuke Kinugasa. Incluso podemos ver una clara referencia a Akira Kurosawa en una preciosa escena bajo la lluvia, que recuerda el ritmo lento y pausado del genial director.

Zatoichi

Conclusión:
Si tras ver esta película nos paramos a meditar unos instantes, sacamos en claro dos cosas. Una, que es una visión desenfadada y muy peculiar del viejo cine japonés de artes marciales pero que conserva la personalidad de los clásicos. Y dos, que en algunos aspectos ‘Zatoichi’ funciona como si de un spaghetti-western se tratara, conservando muchos de los elementos que lo caracterizan. Comento esto porque la sensación que deja esta película es que se mezclan ingeniosamente tres ingredientes bien dispares para conseguir una combinación genial. En efecto, hay una clara reminiscencia en el argumento a ‘Yojimbo’ de Akira kurosawa y de ese remake confeso que hizo Sergio Leone en ‘Por un puñado de dólares’. Y como fondo la violencia explícita típica de las películas de Kitano. No creo que haga falta ser un gran aficionado al cine asiático para disfrutar de esta película, ofrece no sólo entretenimiento sino un trabajo de dirección francamente excelente y un estilo muy peculiar. Y aunque esto de los premios es algo muy relativo, esta película recibió unos cuantos en su momento, el más importante de los cuales fue un León de Plata a la mejor dirección en el Festival de Venecia.
Para aquellos que les gusta el cine de artes marciales y que disfrutaron en su momento de clásicos como ‘Los siete samurais’ es una ocasión que no hay que desaprovechar, porque aunque al principio parezca que todo es un chiste, en realidad sólo es una forma distinta de contar la misma historia.

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