The Gate (La puerta)
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‘The Gate (La puerta)’ es una deliciosa cinta de culto del fantástico más ochentero de Serie B que fue dirigida con imaginación e ingenio por el realizador húngaro Tibor Takács. Una película plagada de interesantes detalles y matices ciertamente tétricos para tratarse de un producto protagonizado por niños. Todo ello arropado por unos excelentes efectos especiales, hizo de esta cinta una pequeña joya del fantástico de los 80.

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Crítica de The Gate (La puerta)

Al revisionar una pequeña joyita del cine fantástico ochentero como lo es ‘The Gate’, resulta inevitable recordar con gran añoranza aquella gran época dorada del cine de género, cuando el formato VHS se encontraba en plena cúspide y aquellos maravillosos templos del cine, los ahora extintos videoclubes, inundaban nuestras pequeñas barriadas con cientos de títulos cada cual más sorprendente. Todo aquello era pura magia desde los ojos del niño que muchos de nosotros éramos entonces.

Como es natural, me refiero a los años 80. Una década marcada principalmente por el cine de terror y fantástico –tanto adulto como juvenil– y por las producciones de Serie B, sin olvidarnos, por supuesto, del cine más aventurero. Pero, sobre todo, una década marcada por la dedicación, la humildad y la pasión que la industria del cine aún mostraba por todo lo que hacía, quizás porque su propósito en aquel entonces era mucho más honesto de lo que es hoy en día. Y este propósito no era otro más que hacer feliz al espectador, transportándolo durante 90 minutos hacía un sinfín de mundos fantásticos o sumergiéndolo a través de terroríficas historias repletas de peligros y diversión a partes iguales. Pero siempre recurriendo a la ya desaparecida originalidad, a la imaginación para paliar las limitaciones técnicas de la época y, lo más importante, dejando de lado esa obsesión por lo monetario que ha invadido al Hollywood actual, hecho por el que en aquel entonces se corrían más riesgos sin que prevaleciera tanto la importancia de la taquilla.

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El cine actual se ha convertido en un mero –y por momentos, podrido– negocio donde prima lo políticamente correcto, mientras que el cine de ayer sólo buscaba satisfacer las demandas del espectador. Es por todo ello que la industria fílmica de los años 80 no entendía de restricciones, y menos aún en el ámbito de la Serie B. Un rango que terminó de explotar en aquella década y que se caracterizaba principalmente por sus bajas pretensiones y sus exquisitos excesos. Entonces todo valía, cualquier idea descabellada era posible, y los productores no ponían impedimentos a la hora de mostrar en pantalla cualquier temática por espinosa que esta pudiera ser. Eran otros tiempos. Otra esencia. Una magia perdida con el transcurso de las décadas. Algo posiblemente irrecuperable.

Tras esta reflexión surgida a raíz del género al que pertenece ‘The Gate’, efectivamente estamos ante una maravillosa cinta que evoca constantemente a ese espíritu ochentero que tanto amamos porque representa, punto por punto, todas las características del cine fantástico de la época, del mismo modo que también lo hacen otras películas con las que el film de Tibor Takács guarda conceptualmente ciertos paralelismos. Hablamos de títulos imperecederos tan simpáticos y entrañables comoGremlins (Joe Dante, 1984), Noche de miedo (Tom Holland, 1985), ‘Los Goonies’ (Richard Donner, 1985), ‘Jóvenes ocultos’ (Joel Schumacher, 1987) o Una pandilla alucinante (Fred Dekker, 1987)… Todos ellos pertenecientes a ese subgénero que tan de moda se puso a mediados de los años 80 y que podríamos definir como el ‘fantástico teenager’, con o sin influencias del cine de terror. Me refiero a películas de corte fantástico protagonizadas principalmente por adolescentes, en ocasiones por niños, y que pese a contener algunas de ellas una buena carga de género de terror, en ningún momento reniegan del humor negro y/o de la comedia juvenil tan presente en muchos de estos productos de antaño.

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Obviamente ‘La puerta’ se encuentra un peldaño por debajo de aquellas producciones ya citadas… aquí estamos ante una cinta mucho más definida en el escalafón de la Serie B más modesta (con las limitaciones que ello implica, aunque el realizador supo sacar provecho de los escasos medios disponibles, ¡y de qué manera!) que las películas de Fred Dekker, Joel Schumacher, Joe Dante, Richard Donner o Tom Holland. Pero no por ello se puede considerar un producto menos reivindicable, ya que es un ejemplo perfecto de cine de evasión realizado con alma y encanto, y donde predomina su afán por lograr mantenernos pegados al sofá a lo largo de sus ligeros 85 minutos de duración gracias, entre otras cosas, a una historia que funciona a la perfección precisamente por el tenebroso y divertido surrealismo que desprende, y por su constante carrusel de increíbles efectos especiales, esto último lo mejor de la película.

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Presupuestada en tan sólo 2,5 millones de dólares y dirigida por el realizador húngaro afincado en Canadá Tibor Takács, también autor de la muy interesante ‘Lecturas diabólicas’ (1989), ‘La puerta’ narra la demoníaca epopeya a la que se tienen que enfrentar dos amigos: Glen (interpretado por un pequeño Stephen Dorff en su debut como intérprete) y su inseparable Terry (Louis Tripp), a los que se unirá la hermana mayor del primero, Al (Christa Denton). Durante unas obras en el jardín de la casa de Glen, este descubre un extraño acceso a una cueva subterránea que se encuentra bajo un árbol derrumbado, a la vez que encuentra unas enigmáticas piedras brillantes que parecen emerger del agujero. Tras una breve ausencia de los padres de Glen y Al, el muchacho y su amigo deciden abrir de nuevo el agujero con la finalidad de seguir buscando gemas. Parece que la suerte les acompaña: una enorme piedra preciosa emerge del socavón, y ambos intentan abrirla en el interior de la casa mientras Al celebra una fiesta con sus amigos. Una vez que logran romper la piedra, en la casa comienzan a tener lugar una serie de fenómenos aparentemente inexplicables: extrañas levitaciones, apariciones espectrales, alucinaciones… y una sucesión de poltergeist cada cual más estremecedor.

Afortunadamente, Terry, un fan incondicional de un desaparecido grupo de rock satánico, descubre en su único disco publicado que ese agujero del jardín es en realidad un acceso a los infiernos. Una entrada al inframundo por la que Belcebú, acompañado de unos pequeños demonios, pretende acceder al mundo real para conquistar el planeta y sumirlo en la más profunda tiniebla. A partir de ese instante, nuestros protagonistas deberán de encontrar el modo de cerrar esa puerta abierta accidentalmente investigando las claves que el desaparecido grupo de Heavy Metal parecía tener en su poder, y luchar a la vez con multitud de diablos y espectros que les harán la vida imposible.

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Como podemos comprobar, la historia es todo un delirio, pero como decíamos anteriormente, funciona precisamente por el exquisito surrealismo que desprende a lo largo de cada minuto de metraje y por las sorpresas y curiosos detalles que la trama nos ofrece cada cierto tiempo. En cualquier caso, resulta curioso que ‘The Gate’, pese a su carácter juvenil (la película está protagoniza por dos niños y una adolescente) y sus necesarias chispas de humor, es una película mucho más seria de lo que venía siendo habitual en este tipo de productos. No en vano, el realizador no escatima en ofrecer algunas secuencias con muy mala leche que abarcan desde ciertos momentos genuinamente gore, hasta el hecho de toparnos ante un niño de tan sólo 13 años alabando a un grupo de Rock Satánico (algo impensable en el cine de hoy en día), pasando por alguna aparición espectral bastante inquietante para tratarse de un film orientado, en teoría, para (casi) toda la familia. A todo ello ayuda el hecho de encontrarnos ante una modesta producción que nada más pudo contar con tan sólo un par de localizaciones: la casa y el jardín. Y es aquí donde Takács saca el mayor partido del asunto, aprovechando al máximo los escasos recursos que la producción le brindó y jugando con eficiencia con la claustrofobia que causa al espectador el hecho de rodar en los espacios cerrados de una casa… ¡asolada por demonios! Todo ello arropado por unos efectos especiales que, tengo que reconocerlo desde ya, son exageradamente cautivadores.

Especialmente debo resaltar la perfecta interacción con el entorno e integración de los pequeños diablillos (realmente terroríficos a la vez que divertidos) en un ambiente real, pese a tratarse de una película del año 1987 que recurre a la técnica del stop-motion para animar a las criaturas que inundan la película. Sin duda, todo un caramelo en dulce para cualquier buen aficionado al fantástico de Serie B.

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Las cifras finales de recaudación de la película a nivel mundial se desconocen, pese a haber sido estrenada en salas de bastantes territorios (entre ellos, España), pero sí es conocida la recaudación de la película en su estreno en Canadá, país donde el film fue producido: ni más ni menos que 13 millones de dólares por un presupuesto de tan sólo 2,5 millones. Todo un pequeño éxito de taquilla que se vería aún más incrementado por poco que recaudara a nivel internacional. Pero el gran ‘boom’ de la película radicó esencialmente en el mercado del VHS, convirtiéndose ‘The Gate’ en todo un icono y éxito de alquileres de los videocblubes de la época. Este inesperado triunfo dio lugar tres años después a una muy floja secuela titulada ‘La puerta 2’ (The Gate II: Trespassers, 1990), dirigida de nuevo por Tibor Takács y protagonizada esta vez por Louis Tripp (Stephen Dorff declinó repetir su papel). Pero ya no correría la misma suerte que su predecesora.

‘The Gate (La puerta)’ fue editada en DVD por primera vez en nuestro país en el año 2006 de la mano de una distribuidora que se hacía llamar ‘Digital video division’. La edición era deplorable en todos los sentidos, hasta que en el año 2012 fue reeditada de nuevo, esta vez por ’39 Escalones Film’ en una edición mucho más cuidada que la anterior, remasterizada digitalmente y, esta vez sí, respetando su formato original 1.78:1

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En resumidas cuentas
Finalizo esta crítica de The Gate (La puerta), una cinta que se ha convertido con el paso de los años en una pequeña película de culto del cine de género ochentero. Una buena cinta de terror cargada de esencia que, gracias a la buena labor de su realizador, solventa perfectamente todos los ámbitos que pretende acaparar: ese genuino sentido de la aventura juvenil que Tibor Takács es capaz de imprimir a todo un film demoníaco, el hecho de convertir a dos pequeños niños en los verdaderos héroes de esta especie de cuento tétrico, un look tenebroso que baila entre lo terrorífico y lo cartoon según convenga… y un ritmo narrativo bastante ágil que hace improbable el hecho de que el aburrimiento acapare la función. Todo ello nos entrega una película más que interesante pese a sus evidentes defectos, entre ellos, unas actuaciones bastante limitadas por parte de algunos secundarios, o un guión que, pese a ser más serio de lo que aparenta en primera instancia, puede resultar demasiado increíble para espectadores que hayan crecido demasiado o no se dejen hipnotizar por el inmenso poder de atracción del film. Pero ese no es su caso. O eso espero.

Tráiler de The Gate (La puerta)

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