Paddington
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Por fin llegó a la gran pantalla la adaptación de un personaje entrañable que durante generaciones se ha convertido en todo un emblema familiar para el público británico. Un osito en un mundo extraño que deberá enfrentarse a mil y un problemas en su búsqueda de un hogar. Saludemos a… ‘Paddington’.

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Crítica de Paddington

Reconozco que la primera vez que oí hablar de esta película no conseguí atar cabos. No me sonaba demasiado el nombre de Paddington, si bien la curiosa indumentaria del osito protagonista me era vagamente familiar. La razón de mi desconocimiento es que no soy inglés, en aquellas tierras el personaje que creara Michael Bond en 1958 es todo un símbolo del entretenimiento y la educación infantil. Pero a medida que iba refrescando la memoria y, sobre todo, tras haber visto la película, recordé una serie televisiva realizada en stop-motion que daban cuando yo era niño. Una serie que, a fin de cuentas, ofrecía lo mismo que encontramos en esta película: una experiencia familiar y educativa donde valores tales como la amistad, la lealtad y el valor son los protagonistas.

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A pesar de que inicialmente me esperaba una película meramente infantil (y que no soy un experto en el personaje original) creo que el trabajo realizado por Paul King y el equipo de artistas digitales de Framestore es una maravilla. Y con esto me refiero a que captura de un modo perfecto ese aire mágico y entrañable que tenía la serie televisiva que yo recordaba. El trabajo de Ben Whishaw poniendo la voz a Paddington es impecable, y es aquí donde debo decir que ver la película en versión original es casi obligado si uno quiere captar esa esencia tan propia de las comedias británicas. Las expresiones, comentarios irónicos y jergas inglesas se perderán irremediablemente por muy bueno que sea el doblaje.

La trama gira alrededor de un oso que vive con sus tíos en un entorno paradisiaco de la selva peruana y cuya plácida existencia está fuertemente influenciada por los referentes londinenses que les dejó un explorador muchos años atrás. Un trágico terremoto dejará a la familia sin hogar y pondrá a Paddington rumbo a Londres, con la esperanza de encontrar al explorador y con él un nuevo hogar. Tengamos en cuenta que cuando Michael Bond creó al personaje era muy habitual encontrar a inmigrantes con su maleta en la estación de tren en busca de ayuda, tras la segunda guerra mundial el número de personas que llegaban de otros países se había incrementado, y ese es un aspecto que Paul King refleja en la película a través de los ojos de Paddington.

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A partir de ahí la película desborda diversión y entretenimiento con un amplio abanico de escenas de típico humor británico. Incluso la entrada en escena de la villana, una espléndida Nicole Kidman en un registro nada habitual en ella, es tratada con una frescura impecable. Los progenitores adoptivos de Paddington, la familia Brown, corren a cargo de Hugh Bonneville y Sally Hawkins que consiguen dar ese toque de familia tradicional del que tanto se beneficia la trama. De hecho, algunas de las escenas más divertidas están protagonizadas por el cabeza de familia, un tipo antaño divertido que con la paternidad se ha convertido en alguien aburrido y demasiado rígido. Y es precisamente ese contrapunto entre la rigidez y el caos que aporta el pequeño oso, otro de los elementos que proporcionan punch a la trama.

Obviamente la cinta tiene sus fallos, por ejemplo, en algunos momentos no termina de definirse, además de que es bastante predecible y cae en situaciones y gags que no resultan nada novedosos. Pero quizás el mayor error que puedo subrayar en esta crítica de Paddington, es que el film no consigue sustraerse de esa tendencia y modo de hacer cine que existe hoy en día, donde la trama está al servicio de la espectacularidad. Finalmente… otro «problema», si lo podemos llamar así, es que requiere de cierta magia que sólo el espectador puede aportar. Es decir, todo aquel que piense en verla y no sea capaz de sacar al niño que todos llevamos dentro no será capaz de apreciar todo lo que ofrece.

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Conclusión.
En mi opinión el llamado «cine familiar» no se prodiga demasiado desde hace mucho tiempo. Las historias que nos presentan son generalmente poco originales y refrescantes, pero además han perdido ese factor educativo y esa magia que antes tenían las producciones de este tipo. Con ‘Paddington’ encontramos un soplo de aire fresco que, a pesar de sus fallos, se postula como uno de los mejores títulos de ese cine familiar que algunos echamos tanto de menos.

Tráiler de Paddington

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