Mejor solo que mal acompañado
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Descubrí por primera vez esta película cuando era pequeño. La pusieron en Tele5 por las fechas de Navidad y me reí muchísimo con ella. También aprendí, junto a John Candy y Steve Martin, el significado del popular refrán ‘Mejor solo que mal acompañado’.

“¿Qué he hecho yo para mezclarme con este tipo?” (Neal Page)

Crítica de Mejor solo que mal acompañado

Tal y como acabo de exponer en la introducción, descubrí esta divertidísima comedia cuando la pusieron en Tele5, allá por finales de los 80 y principios de los 90. Por aquella época, yo era casi un pre-adolescente y en “la cadena amiga”, llegados los tiempos de Navidad, programaban muchas películas para toda la familia. Gracias a esas emisiones descubrí un montón de films imprescindibles, tanto de imagen real como de animación. Y uno de ellos fue ‘Mejor solo que mal acompañado’. El director que nos regaló esta masterpiece de la comedia fue John Hughes. Hablamos de un realizador con una filmografía muy corta, pero de gran calidad y resonancia. Junto al film comentado hoy, al lector seguro que también le sonarán otros inolvidables títulos suyos como: ‘El club de los cinco’ (1985) o ‘Solos con nuestro tío’ (1989).

Un aspecto muy destacado de John Hughes es lo bien que perfila a los protagonistas implicándonos con sus increíbles situaciones. Esto es algo que conseguía centrando la cámara en sus actores y no buscando ser un director estrella. También en ocasiones buscaba sorprender con actos inesperados. Por ejemplo, en este film hay un par de ocasiones en las que Steve Martin no sabía lo que le iba a pasarle a su personaje y, en consecuencia, sus reacciones fueron reales. Tomen la escena en la que el bruto pueblerino le da la mano después de escupir en ella… ¡la cara de desagrado de Martin es real! puesto que el gesto fue improvisado bajo la orden de Hughes sin decirle nada a Martin.

El guión también fue obra de John Hughes siendo una sucesión de calamidades a cual más divertida. Estamos ante lo que podría calificar como “una serie de catastróficas desdichas” para los dos protagonistas, especialmente para el ejecutivo Neal Page. Casi cada situación supera a la anterior dando lugar a la verdadera carcajada en el respetable. Supongo que cada fan de esta película tendrá sus gags o secuencias favoritas. Personalmente me quedo con la llegada al motel Braidwood y todo lo que allí les sucede a Neal y Del. Por no hablar de la secuencia de pesadilla en el coche alquilado cuando Neal se imagina a Del como si fuera el mismísimo Diablo, o el gag del perro rabioso del paleto y cómo terminan todos congelados…

Pero no sólo de humor vive esta propuesta. Este film también es un gran retrato de personajes dejando para la posteridad toda la emotividad de la amistad y, sobre todo, lo que esconde Del Griffith detrás de toda su apariencia de tipo afable y despreocupado. Ese fondo interior se hace visible al final y hace que empaticemos y nos emocionemos totalmente con él. Al mismo tiempo, también nos reconforta la decisión que toma Neal viendo cómo todo el viaje, al lado de Del, ha terminado cambiando su actitud un tanto elevada… Para los curiosos, resaltar que John Hughes escribió un primer borrador del libreto en apenas tres días.

Todo lo anterior se va exponiendo adoptando la forma estructural de una road-movie. De esta manera, tanto Neal como Del se embarcan en una travesía que los tiene que llevar desde NY hasta Chicago a tiempo para celebrar el Día de Acción de Gracias. Estamos pues ante una travesía y/o odisea interminable que se desarrolla en “aviones, trenes y automóviles” (precisamente el título original del film) y que cambiará la vida de ambos hombres. También hay que destacar que toda esta travesía resulta muy cercana al público porque, en mayor o menor medida, todos hemos realizado largos viajes que nos han dejado anécdotas para contar posteriormente. Así pues, este es otro punto extra para el film.

Otro elemento destacado de la propuesta es la banda sonora de Ira Newborn captando al cien por cien el festivo, alocado y exagerado espíritu de la película. Además se incluye una variada gramola de éxitos del momento. Entre estos me gustaría destacar el “Everytime You Go Away” de Blue Room, el “Lost Again” de Yello y, por supuesto, el divertidísimo “I Can Take Anything” compuesto por el propio John Hughes

Y así llegamos a lo mejor del film: sus dos protagonistas. Unos inspiradísimos Steve Martin y John Candy. Ambos están tan sobresalientes en sus personajes que es imposible imaginarse este largometraje sin ellos. En el caso de Steve Martin interpreta a Neal Page, un exitoso ejecutivo publicitario con cierto carácter altivo fruto de su acomodada posición y envidiable familia. Ni que decir tiene que su personalidad y temperamento choca totalmente con su accidental compañero de viaje. Este es interpretado por el añorado John Candy como Del Griffith, un orondo autónomo que se dedica a la venta de cortinas para el baño y aros. Griffith es un hombre bonachón, extrovertido y parlanchín. Un tipo que no tiene maldad alguna, aunque a veces resulta demasiado pesado. De confrontar a tan diferentes personajes, y de la soberbia compenetración y actuación de Martin y Candy, vive mucho este film.

El resto son todo protagonistas secundarios que se van cruzando en el viaje de Neal y Del. Quizás la aparición más destacada y/o recordada sea el cameo de Kevin Bacon. Bacon sale al principio compitiendo a cara de perro con Neal Page por hacerse con un taxi en la hora punta de NY.

“Yo soy, sin duda alguna, el hombre más pesado que existe” (Del Griffith)

En conclusión.
Termino esta crítica de Mejor solo que mal acompañado, una película que ya era divertidísima en su momento, lo sigue siendo a día de hoy y lo será siempre. Todo un clásico del cine de Acción de Gracias y, por extensión, también de la Navidad. Si todavía no la han visto… intenten localizarla lo antes posible, les aseguro que pasará a ser una de sus comedias favoritas de todos los tiempos.

AVISO: Hay una escena postcréditos finales.

Tráiler de Mejor solo que mal acompañado

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