Leviathan: El demonio del abismo
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Cuando Ridley Scott dirigió en 1979 ‘Alien, el octavo pasajero’ estaba creando no sólo un mito sino una obra inspiradora. Y ‘Leviathan: El demonio del abismo’ es una de las muchas que trataron de seguir la ola creada por Scott. ¿Qué ocurriría si estuvieras atrapado en las profundidades oceánicas con una criatura terrorífica?

«Hoy no es nuestro día de suerte» (Justin Jones)

Crítica de Leviathan: El demonio del abismo

Como he comentado en la introducción, Alien, el octavo pasajero’ (Ridley Scott, 1979) abrió muchas puertas. Pensemos que hasta bien entrados los años cincuenta el cine de terror bebía principalmente de los personajes y criaturas más emblemáticas de la literatura universal. Fue durante la Guerra Fría que el género recurrió al fenómeno catastrofista y apocalíptico. Así se produjo la aparición de los zombies y de monstruos como Godzilla. Incluso hubo una importante eclosión de la temática extraterrestre con obras emblemáticas como ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ (Don Siegel, 1956).

Fue la citada película de Ridley Scott la que mostró el miedo en una nueva dimensión. Su cinta se alejó de los escenarios habituales y mezcló sensaciones como la claustrofobia y la angustia para lograr un efecto perturbador. Esas mismas sensaciones son las que George P. Cosmatos trató de transmitir con ‘Leviathan: El demonio del abismo’. Eso sí, sustituyendo al famoso xenomorfo por una criatura abisal y trasladando la acción al fondo del océano. Por lo demás, no hay diferencias significativas en la trama de ambas películas. En los dos casos tenemos a un grupo de mineros atrapados en su estación. Y, por supuesto, a una horrible criatura acechando en la oscuridad. Además, en lugar de nave alienígena hay un buque ruso.

Obviamente sí que hay diferencias muy importantes entre ‘Alien’ y la cinta que hoy nos ocupa. ‘Leviathan’ es una producción de serie B con todo lo que ello conlleva. No contó ni con un gran presupuesto ni con un flamante equipo de producción. Esto es algo que se nota en todos los elementos que conforman la película. El director escogido fue George Pan Cosmatos, al que recordamos por títulos como Rambo (1985) o Cobra, el brazo fuerte de la Ley(1986). La verdad es que, aún manteniéndose dentro de lo correctillo, no hemos de esperar que obre milagros.

Lo cierto es que el trabajo de Pan Cosmatos pasa un tanto desapercibido. También hay que tener en cuenta que la trama y el guión están plagados de diálogos estereotipados y tópicos que no dan para más. Pero al menos Cosmatos consigue que la película transcurra a un buen ritmo y mantiene el interés. Hay que tener en cuenta que ese mismo año se estrenaban dos producciones más que compartían una temática muy parecida. Por un lado Abyss, una excelente película dirigida por James Cameron y que «levantó la liebre». Y, por otro, una auténtica cutrez en muchos aspectos: la olvidable ‘Profundidad seis’ (Sean S. Cunningham). Así que las comparaciones pueden ser afortunadas o francamente crueles.

Podemos hablar del apartado interpretativo, aunque ya advierto que brilla por su ausencia. Al frente tenemos a Peter Weller, al que todos recordamos por encarnar a Robocop. Weller se pone en la piel de Beck, el geólogo encargado de la estación minera. Por otro lado, Richard Crenna, el eterno coronel Trautman, hace de doctor a cargo de la enfermería. El resto del equipo minero se limita a soltar líneas de diálogo insustanciales y conforman un grupo la mar de variopinto. Un grupo formado por la maciza, el negro gracioso, el hispano con el que todos se meten, el obseso sexual, la niña mona…

Al poco destacado casting hay que añadir un sinfín de detalles que chirrían, aunque no los queramos ver. Por ejemplo: el hecho de que una estación submarina tenga un arsenal de lanzallamas o que el ordenador parlante parezca una caricatura de sí mismo. Pero en fin, no pasa nada, a fin de cuentas no estamos ante una película que pretenda lograr otra cosa que entretener. Además, la función de toda tripulación asediada por un monstruo es morir de todas las formas imaginables.

Un aspecto interesante es que el equipo de producción hay ciertos nombres fácilmente reconocibles. Tenemos a Ron Cobb, que trabajó en los diseños de la nave de Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1978). También está Stan Winston, creador de criaturas tan míticas como Terminator o Depredador. Y, finalmente, en la banda sonora encontramos a Jerry Goldsmith, un maestro que compuso un sinfín de partituras a cada cual más memorable. Es entonces cuando alguien puede preguntarse qué hacían en esta película… porque ni la estación minera ni los decorados ni siquiera el monstruo son para echar cohetes. La respuesta es que estamos ante una película altamente desaprovechada. Estos profesionales tan sólo aportan un plus de calidad. Mínimo, pero un plus al fin y al cabo.

No quisiera dejar pasar el guión obra de David Webb Peoples. David es un profesional que ha demostrado de sobra su talento sacándose de la chistera guiones magistrales como el de Blade Runner (Ridley Scott, 1982) o ‘Sin perdón(Clint Eastwood, 1992). Y hombre, no es que la historia que se nos cuenta en esta película sea mala, ya que contiene elementos muy bien hilvanados y la trama del buque ruso da su juego. Pero sí que cojea horriblemente en determinados puntos. Hablo de algunas secuencias que no están a la altura o de ciertos momentos que no acaban de arrancar. En definitiva, es una trama claustrofóbica y angustiante donde lo importante es tomar conciencia que no hay lugar donde escapar. Sin embargo, denota cierta dejadez en los diálogos y en algunas incongruencias que son de libro. Una lástima lo que podría haber sido y no fue…

Conclusión.
Concluyo esta crítica de Leviathan: El demonio del abismo, un entretenido producto de serie B que mantiene un ritmo narrativo correcto. La trama es sencilla y sin artificios ni pirotecnia. La película se mantiene fiel a sus principios que no son otros que hacernos pasar un rato angustioso. Por otro lado, recomendaría que huyáis de las comparaciones… Hay películas mejores y peores, pero en lo que respecta al denominado «terror submarino» no creo que podamos encontrar demasiada oferta en el mercado porque es un género poco explotado. Pedirle demasiado a una película de serie B como esta es un error en el que todos solemos caer. A veces un bol de palomitas y una buena predisposición es lo único necesario para pasar un buen rato.

Tráiler de Leviathan: El demonio del abismo

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