La isla mínima
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Esta fue una de las películas españolas de su temporada. Una película que sorprendió y arrasó en «Los Goya» (consiguió 10 de los 17 premios para los que fue nominada). Tras films como ‘7 vírgenes’ o ‘Grupo 7’, Alberto Rodríguez nos lleva a la España de principios de los 80. En esa época tiene lugar una historia de intriga y desapariciones en… ‘La isla mínima’.

“¿Alguna idea de a dónde habrán podido ir?”

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Crítica de La isla mínima

Alberto Rodríguez nos entrega con esta película un disfrutable y pausado thriller. Una cinta de intriga para los que, como a mí, nos gusta el cine policíaco y de investigación. Los 105 minutos que dura el film son un verdadero “tour de force”. Un “tour de force” para los investigadores interpretados por Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo interrogando a sospechosos, y charlando con testigos y vecinos. Todo eso además de recorrer lugares de «la España profunda» . El objetivo: la búsqueda de pruebas del paradero de dos jóvenes y de los culpables del posible delito.

Además de la intriga, también vemos cómo se las apañaban los inspectores de policía allá por finales de los 70 y principios de los 80 para llevar a cabo las investigaciones sobre el terreno. En principio, nada que ver con toda la tecnología de la que disponemos hoy en día. Por otro lado, otra de las grandes bazas de esta película es su conseguida ambientación y recreación de la época. Aquí todo está cuidado hasta el más mínimo detalle. Para ejemplos estos: los vehículos de la cinta como el Chrysler 180 en el que se mueven por la isla nuestros protagonistas, las referencias a “El Caso” (aquel popular periódico de sucesos), las casetas de tiro de las ferias, los cuadros de Franco que tienen colgados algunos nostálgicos, las pintadas, el vestuario, los peinados, las barbas descuidadas… Todo esto realmente te traslada y sumerge por completo en la época.

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En ‘La isla mínima’ también hay una cierta e inevitable carga política en el ambiente. Esta carga procede del momento temporal en el que se desarrolla la trama. El ejemplo más claro sería el contraste entre las personalidades de los dos inspectores venidos de Madrid. Uno de ellos (Juan) tiene un pasado oscuro que le resulta incómodo y molesto a su compañero (Pedro). Un pasado que salta a la palestra en determinadas circunstancias (por ejemplo, en algunos violentos interrogatorios). Estos ramalazos demuestran que la herencia o presencia del régimen anterior todavía estaba muy presente en ese comienzo de los años 80 en según qué personas y lugares. Ahora bien, esta carga política es lo de menos. Tan sólo sirve para configurar personajes y ambientes, nada más. Aquí lo que cuenta es la investigación pura y dura.

En el campo de la banda sonora y la fotografía decir que la película resulta impecable. Especialmente destacada es la estética y elegancia de la labor fotográfica. Así pues, es muy de justicia resaltar la labor de Julio de la Rosa y Alex Catalán, respectivamente.

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«¿Quién es el hombre del sombrero?» La isla misteriosa.

El haber hecho referencia en el párrafo anterior a los inspectores, me lleva ya mismo a comentar las actuaciones. Todas ellas están muy logradas. Destacan: Javier Gutiérrez, Raúl Arévalo, Salvador Reina, Jesús Castro, Antonio de la Torre, Nerea Barros y Manolo Solo.

Los inspectores Juan y Pedro son interpretados francamente bien por Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo. Ambos se complementan perfectamente. Resalta la labor de Javier Gutiérrez en la construcción de un personaje de marcado carácter claroscuro. Juan es el veterano y curtido investigador al que le gusta sentirse cercano con los lugareños. Así consigue obtener pistas, ahora bien, en los interrogatorios es mejor no tenerlo cerca dados sus conatos violentos procedentes de otras épocas. Por su parte, Pedro representa al joven investigador que pregunta directamente. Un hombre que no se anda con rodeos y que rechaza épocas pasadas con las que nunca comulgó.

Entre los lugareños hay que llamar la atención al respecto de un genial Salvador Reina que se mete en la piel de uno de esos tipos de pueblo sin oficio ni beneficio. Una especie de pillo/pícaro que sobrevive como buenamente puede y que hará las veces de guía para Juan y Pedro. También destaca la presencia de Jesús Castro, el nuevo “Niño” del cine español. En la trama interpreta a Quini, el típico chico guapo de pueblo que, con su moto, se liga a todas las chavalas. Roles más o menos breves son los que tienen Antonio de la Torre y Nerea Barros como los desgraciados (en todos los sentidos) padres de las adolescentes desaparecidas. Finalmente, comentar también la presencia de Manolo Solo como el periodista de “El Caso” que cubre la desaparición de las adolescentes. Este personaje también da lugar a otra subtrama ligada al pasado de Juan.

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En conclusión.
No conviene ahondar en este film mucho más de lo que ya he expuesto en esta crítica de La isla mínima. La mejor manera de disfrutar de esta cinta (al igual que sucede con todas las policíacas, de intriga e investigación) es hacerlo viéndola con la menor información posible. Así pues, les recomiendo que vean ustedes esta interesante película que cuenta con una conseguida ambientación y buenas actuaciones.

Tráiler de La isla mínima

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