La forma del agua
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“El agua adopta la forma de lo que sea que la contenga en ese momento. Y aunque el agua puede ser algo muy apacible, también es la fuerza más poderosa y maleable del universo. Así es también el amor, ¿verdad? Independientemente de la forma que tenga aquello en lo que depositamos nuestro amor, éste se adapta, ya sea a un hombre, a una mujer o a una criatura”. Guillermo del Toro presenta… ‘La forma del agua’.

“Si os hablara de ella… ¿Qué os contaría?” (Giles)

Crítica de La forma del agua

Con esta propuesta, Guillermo del Toro entrega la que puede ser su mejor película. Al menos la más completa en todos sus aspectos, ya que todos los apartados de este film rayan a un gran nivel y poco o nada puede reprochárseles. Para empezar, nos encontramos con un guión escrito por Vanessa Taylor y Guillermo del Toro que parte de una historia original escrita por el segundo. Estamos ante un libreto muy completo y sentimental. Un script que toca muchos temas y todos con acierto, aunque algunos parezca que sólo están “de pasada”. En pantalla tenemos una narración que se adentra en el fantástico, la guerra fría, el espionaje, la carrera espacial, el racismo y, sobre todo, la soledad y el amor sin importar sexo, raza y, en este caso, origen. Lógicamente también hay algún que otro golpe de ese humor tan propio del director mexicano.

Todo el contenido anterior es expuesto y desarrollado a través de una galería de personajes impecablemente definidos. Personajes a los que llegamos a conocer por completo y a entender sus motivaciones. Cada protagonista tiene una historia tras de sí y presiones que soportar. Quizás el menos definido sea el monstruo. Pero esto es así porque es el clásico elemento que hace avanzar la trama y que todos los demás reaccionen en un sentido u otro.

El contexto de la historia se sitúa en un marco temporal muy concreto: el de la desconfianza y odio de la Guerra Fría de los años 60. Un marco plasmado en un exquisito y retro diseño de producción que te hace entrar en este “cuento para adultos” desde el primer momento. Todo está recreado con mucho detalle: el apartamento de Elisa y Giles, el OCCAM, el vehículo que se compra Strickland… Pero todo este diseño no busca profundizar en el realismo. Aquí lo que se busca es recrear un universo propio: el universo de Elisa y la criatura.

También destaca mucho la filmación monocromática. Del Toro apuesta claramente por el azul y el verde, tal y como sucedía en las escenas del balneario deLa cura del bienestar (Gore Verbinski, 2016). Ambas, ‘La forma del agua’ y ‘La cura del bienestar’, son películas con un diseño y fotografía claramente individualizadoras y tremendamente atmosféricas y elegantes. Además, cada una, a su modo y manera, son también un homenaje al cine de monstruos más clásico… Y en relación al fantástico, y a los films de monstruos, ni que decir tiene que la criatura protagonista es una buscada representación del monstruo de la Laguna Negra, un ser anfibio conocido, principalmente, por la clásica obra dirigida por Jack Arnold en 1954. A mayor abundamiento, del Toro sitúa geográficamente a su criatura en el mismo origen que la del film de Arnold: la Amazonía, lugar donde Strickland dice que fue encontrado.

La banda sonora la pone el prestigioso Alexandre Desplat en su primera colaboración con Guillermo del Toro. El compositor logra una música que se funde con las imágenes formando un todo único e indivisible. Sus elegantes y hermosas composiciones se ven acompañadas de una gramola de canciones y representaciones clásicas de la época. Se puede decir que Desplat ha captado plenamente la sensibilidad que del Toro quería transmitir con sus imágenes. Si me apuran creo que incluso ha ido incluso más allá…

El reparto directamente es sobresaliente. No en vano, del Toro escribió el guión ya con los intérpretes seleccionados para los respectivos roles en su propia mente. El papel principal es el de Sally Hawkins como Elisa Esposito, una mujer con una vida rutinaria y que pasa su jornada limpiando las instalaciones del OCCAM. La interpretación de Hawkins es muy brillante. La suya es una actuación puramente gestual, ya que su personaje es muda. A través de su rostro, y del lenguaje de signos que tuvo que aprender para su papel, la actriz inglesa transmite una expresividad contagiosa.

A su lado, también destaca con luz propia Octavia Spencer como Zelda Fuller, su compañera de limpieza. Octavia es la naturalidad personificada dando vida a esta espontánea mujer. Sus chascarrillos nos harán echar alguna sincera risa. En este aspecto, atención a su monólogo sobre las meadas fuera del wáter, o a cómo soporta su matrimonio.

También roles muy importantes y fenomenalmente llevados a cabo son los que tienen Michael Shannon y Richard Jenkins. Shannon se está ganando a pulso que lo llamen para cualquier producción que necesite de un gran villano. Aquí da vida a Richard Strickland, el jefe del proyecto que investiga a la criatura y que pasa por ser un tipo muy malencarado y con innegables brotes racistas. Lo bueno del caso es que también lo conoceremos fuera del trabajo, en su vida familiar. Por su parte, Richard Jenkis lleva a cabo una tierna, simpática y muy agradable interpretación como Giles, el pintor que comparte piso y/o puerta con Elisa. En su caso ve sus aspiraciones laborales marginadas por su orientación sexual.

Doug Jones (actor habitual del realizador mexicano) es quién se mete debajo del disfraz y prótesis de la criatura. Al igual que sucede con Sally Hawkins, su performance “monstruosa” es totalmente gestual. Jones consigue con Hawkins una hermosa compenetración. Apuntar que el hecho de haber usado un disfraz (tremendamente logrado) en vez de CGI, juega a favor del realismo de la película y de su no “caducidad” con el paso del tiempo. Finalmente, también destacar la muy buena e importante labor de Michael Stuhlbarg como el Doctor Robert Hoffstetler (Bob), uno de los especialistas que investiga al “monstruo” en el OCCAM siguiendo las órdenes de Strickland.

“Quizás tú y yo seamos dos reliquias”

En conclusión.
Finalizo esta crítica de La forma del agua, un film que entra directamente en esa categoría que aquí llamamos cine gourmet. Una película hecha para el cinéfilo de buen paladar al que esta vez se une una extraordinaria carga de sensibilidad. Y todo sin obviar tampoco el gusto por el fantástico y algunas gotas del peculiar sentido del humor de su autor. Guillermo del Toro ha dirigido aquí, sino la mejor (eso ya es a gusto de cada cuál), sí la más completa de sus películas.

Tráiler de La forma del agua

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