Películas sobre el Holocausto Nazi
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Al finalizar ‘La Segunda Guerra Mundial’ el mundo fue testigo de una de las mayores barbaries de la historia moderna. Entre los años 1941 y 1945 más de diez millones de personas de diferente raza y nacionalidad habían sido exterminados por la maquinaria nazi. Aunque el primer documento gráfico que se pudo contemplar fueron las grabaciones del ejército aliado, pronto la industria del cine decidió ofrecer su particular visión de estos macabros hechos. Hagamos un recorrido cinematográfico por uno de los episodios más negros de la humanidad.

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Comentario introductorio:
Los genocidios cometidos por el ser humano a lo largo de la historia han sido un tema recurrente para el cine, pero lo que sucedió en Europa durante ‘La Segunda Guerra Mundial’ marcó el inicio de lo que sería un pequeño apartado dentro del género bélico.
Plasmar en celuloide lo que supuso el exterminio de millones de personas nunca ha sido tarea fácil, a lo largo de los años se han realizado multitud de películas y documentales que tratan de explicar lo que sucedió y sobretodo por qué. Algunas retratan el sufrimiento de los prisioneros y cómo el ser humano se aferra a la vida hasta el último aliento. Otras han ahondado en la mente de los verdugos y de aquellos políticos que decidieron deshumanizarse y emprender su particular descenso a los infiernos. Incluso encontramos producciones que intentan mostrar la chispa de rebeldía que hubo entre aquellos que sabían que iban a morir pero se negaban a aceptarlo sin luchar. Son muchas las películas que se han hecho, unas mejores que otras, pero mi intención es hacer un repaso de aquellas que por motivos muy concretos son imprescindibles para poder comprender lo que significó el holocausto en el aspecto social, político y económico.

El diario de Ana Frank.

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Año: 1959.
Nacionalidad: USA.
Duración: 170 minutos.
Director: George Stevens.
Guión: Frances Goodrich y Albert Hacket, basado en la biografía de Anne Frank.
Actores: Millie Perkins, Joseph Schildkraut, Shelley Winters, Richard Beymer, Gusti Huber, Diana Baker, Lou Jacobi y Douglas Spencer.

Argumento:
Amsterdam, julio de 1942. Los Frank, una sencilla familia de judíos, se ven obligados a esconderse en casa de un vecino amigo para evitar ser capturados por las autoridades nazis. Allí tratarán de sobrevivir por todos los medios mientras su joven hija Ana refleja la experiencia en un pequeño diario.

Comentario:
Seguro que poquísima gente no ha oído hablar del famoso “diario de Ana Frank”, una niña de trece años que intentó eludir la captura escondiéndose con su familia en una casa que aún hoy en día puede visitarse en Amsterdam. Esta película, basada en las vivencias que reflejó en su diario, es una muestra única de cómo mucha gente debía ocultarse si quería sobrevivir a la barbarie que les rodeaba. Obviamente sirve también como reflexión ante las relaciones que se establecen en un escenario como aquel, siempre bajo el prisma inocente de una niña.
Estamos sin duda ante la mejor película de George Stevens, que consigue recrear la atmósfera opresiva de una casa abarrotada de personas que se ven obligadas a vivir juntas en tan pequeño espacio, algo que desgraciadamente fue muy habitual en aquella Europa de los años cuarenta. Y debido a que la acción sucede casi exclusivamente en esa estancia cerrada, hay un trabajo interpretativo más que correcto que lleva todo el peso de la película. Especialmente destacable el papel de Shelley Winters, que le valió merecidamente un oscar de la academia, pero el resto de actores están a la altura en todo momento. El relato que se nos ofrece es desgarrador, muy triste, porque asistimos impotentes a la frustración de los sueños de una niña despierta e inteligente que consigue hacer más llevadero el cautiverio gracias a su alegre espíritu.
Cualquiera que decida leer su diario, cosa que recomendamos encarecidamente, se dará cuenta al momento de que Ana Frank era una excelente escritora que, como muchos otros artistas e intelectuales de aquellos años, vio truncada su carrera por culpa de los mayores verdugos que haya conocido la historia reciente.

Kapo.

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Año: 1959.
Nacionalidad: Italia.
Duración: 120 minutos.
Director: Gillo Pontecorvo.
Guión: Gillo Pontecorvo y Franco Solinas.
Actores: Susan Strasberg, Laurent Terzieff, Emmanuelle Riva, Didi Perego y Gianni Garko.

Argumento:
Edith es una joven judía deportada a un campo de exterminio donde pierde a su familia. Ella se salva porque acepta desempeñar la función de Kapo, prisionero privilegiado cuya misión consiste en vigilar a los demás presos. Edith se adaptará a las formas brutales y despiadadas de sus carceleros hasta que se enamorará de un prisionero soviético.

Comentario:
Muchos lo han afirmado antes y yo me hago eco de ello, ‘Kapo’ es una película adelantada a su tiempo. De hecho podemos observar que ha servido de inspiración en producciones más contemporáneas, sobre todo en lo que se refiere al tratamiento que reciben los personajes. El tema que se trata es el papel que jugaban las prisioneras que aceptaban convertirse en carceleras de sus compañeras presas. Eso les conllevaba una serie de privilegios, pero al mismo tiempo las llevaba irremediablemente a convertirse en lo que tanto odiaban.
Fijémonos que esta producción data de finales de los cincuenta, apenas quince años después del descubrimiento de los campos de exterminio nazis. Eso la convierte en una de las primeras películas que se atrevían a narrar los horrores descubiertos por los aliados. Quizás por ello la película se resiente de ciertos defectos que le restan enteros, por ejemplo la inclusión de videos de archivo que rompen el conjunto. Los actores en cambio están francamente bien, sobre todo Susan Strasberg, y el guión escrito por Pontecorvo es lo suficientemente sólido y riguroso a nivel histórico. Eso sí, lo más interesante de la película es la reflexión que se establece acerca de la dignidad humana y de su importancia cuando se pone sobre la mesa la supervivencia del individuo. Como en otras producciones asistimos perplejos a una cruda realidad, la de que el ser humano es capaz de todo con tal de sobrevivir. Aunque ello implique, como en este caso, contribuir a la tortura de sus semejantes. Y los sentimientos de Edith hacia un joven soldado soviético serán sólo un clavo ardiente al que agarrarse para recuperar esa humanidad perdida.

¿Vencedores o vencidos?

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Año: 1961.
Nacionalidad: USA.
Duración: 178 minutos.
Director: Stanley Kramer.
Guión: Abby Mann.
Actores: Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Marlene Dietrich, Maximilian Schell, Judy Garland, Montgomery Clift y William Shatner.

Argumento:
Un magistrado estadounidense ya jubilado llega en 1948 a la ciudad de Nuremberg para encargarse de juzgar a cuatro jueces acusados de complicidad en la labor de esterilización y eugenesia del Tercer Reich. Defensa y acusación tratarán de imponer su punto de vista al mismo tiempo que se aborda una cuestión que aún hoy en día sigue vigente: ¿por qué?

Comentario:
Si hay algo que tuvo gran relevancia tras finalizar la guerra en Europa fueron los procesos judiciales que tuvieron lugar en Nuremberg. Unos juicios cuyo objetivo era depurar responsabilidades en los crímenes cometidos por el Tercer Reich. Por eso a finales de los cincuenta comenzó a gestarse este proyecto que centraba la atención en una faceta más de lo que fue la maquinaria represora nazi, los jueces que dictaban las sentencias. Concretamente sentencias aplicadas a la esterilización y la eugenesia en ciudadanos alemanes cuyo mayor delito era en ocasiones ser retrasado.
Para realizar este proyecto se contó con un gran director y un reparto de lujo. Stanley Kramer dirige con mano firme y nos ofrece un soberbio trabajo que no sólo no cansa, sino que acertadamente invita a la reflexión mediante una serie de debates morales que se proponen a lo largo de la trama. Los actores, encabezados por un anciano Spencer Tracy y un maduro Burt Lancaster, dibujan a sus personajes con una tremenda verosimilitud. Cabe destacar la presencia de un joven Maximilian Schell que se pone en la piel del defensor de los acusados, un temperamental abogado alemán que llegado el momento escenificará involuntariamente los horrores del pasado. Frente a él está Montgomery Clift, el comandante norteamericano consumido por un horror y unos prejuicios que revive en cada juicio. En fin, un trabajo interpretativo sublime en todo momento. Obviamente la película no se limita a recrear el juicio, sino que establece cuestiones sencillas pero de compleja respuesta, como por ejemplo si el hombre es siempre responsable de sus actos.
Quizás pudiera parecer que estamos ante un sencillo drama judicial, pero el rasgo diferencial es la tremenda objetividad de la que hace gala. Es una de esas películas que no sólo es entretenida y está bien realizada, sino que además es necesaria para poder comprender cómo funcionaba la sociedad alemana. Una sociedad que permitió voluntaria o involuntariamente que sucediera algo que décadas después nos sigue estremeciendo.

Shoah.

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Año: 1985.
Nacionalidad: Francia.
Duración: 560 minutos.
Director: Claude Lanzmann.

Argumento:
Documental que a través de entrevistas a numerosos testigos, víctimas y verdugos trata de ofrecer una perspectiva global de lo que fue el holocausto.

Comentario:
Claude Lanzmann concibió este desgarrador documental como una historia oral entrevistando a diferentes personas involucradas de una forma u otra en el holocausto. Testigos directos, víctimas que sobrevivieron, burócratas e incluso algunos de los verdugos que vivían en el anonimato en aquel momento pasaron por delante de la cámara de Lanzmann durante los diez años que duró el rodaje.
Es interesante observar que no hay banda sonora ni voces en off, la mecánica empleada por Lanzmann se limita a entrevistar individualmente a cada testimonio, con un afán meramente informativo y tratando de mantener firme al entrevistado incluso en los momentos en que se viene abajo. Filmado siempre en exteriores, a menudo en escenarios reales donde sucedieron los hechos, pero también en lugares cerrados o incluso empleando la cámara oculta cuando se trata de conversar con algún antiguo miembro de las SS. Hablamos de un documental que alcanza fácilmente las nueve horas de duración y que al terminar nos deja una impresión bastante aproximada de lo que fue el holocausto y lo que significó a nivel humano.
De todos los documentales que puedan haberse rodado sobre el holocausto, sin duda alguna estamos ante «El documental». Una experiencia dramática que ninguna persona que esté interesada en este episodio de la historia debería perderse.

La lista de Schindler.

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Año: 1993.
Nacionalidad: USA.
Duración: 195 minutos.
Director: Steven Spielberg.
Guión: Steven Zaillian.
Actores: Liam Neeson, Ben Kingsley, Ralph Fiennes, Caroline Goodall, Jonathan Saqall y Embeth Davidtz.

Argumento:
Oskar Schindler es un adinerado y astuto bon vivant que poco a poco va granjeándose las simpatías de los nazis. Tras la invasión de Polonia consigue gracias a sus contactos la propiedad de una fábrica en Cracovia. Allí empezará a prosperar aprovechándose de la abundante mano de obra judía. Pero algo irá cambiando poco a poco en su interior.

Comentario:
Con esta película Spielberg logró un doble objetivo altamente meritorio, llevar los horrores del pasado a un público que quizás corría el riesgo de olvidarlos, y confeccionar una maravillosa poesía visual que navega entre la esperanza y la demencia humana. En este caso la intención era mostrar el destino que sufrieron los judíos que eran empleados como mano de obra esclava, una triste antesala de lo que les esperaba si cometían el más mínimo error. Pero también recuperó la memoria de un hombre cuyos nobles actos habían sido olvidados.
Muchos se sorprendieron cuando Spielberg abordó este proyecto, a fin de cuentas acababa de dirigir películas como ‘Hook’ o ‘Parque Jurásico’, un tipo de cine más dirigido al entretenimiento y alejado de apuestas arriesgadas como ‘El imperio del sol’. Pero con esta película reafirmó su faceta de gran director y ofreció una visión racional de unos sucesos absolutamente irracionales.
El reparto es absolutamente genial, con un sobrio Liam Neeson y un Ralph Fiennes que dibuja con tremenda verosimilitud la malvad en estado puro, por no hablar de Ben Kingsley en uno de sus mejores trabajos. Spielberg contó una vez más con su compositor favorito, John Williams, y optó por rodar en blanco y negro, un gran acierto porque en las vidas de aquellos desgraciados que sufrieron tan duras condiciones no había lugar para el color. Es evidente que spielberg dulcifica algunas secuencias, a fin de cuentas se trata de una película comercial, pero el resultado global no se resiente.
En definitiva, esta obra ofrece un relato desgarrador donde el protagonista es el sufrimiento humano. Pero tras la desolación se esconde un hermoso canto a la vida y el sincero homenaje a todo un pueblo y el hombre que trató de salvar su alma. Habrá quien diga que Spielberg no cuenta nada nuevo, que todo lo que vemos es obvio y sabido por todos. Es posible, pero ¿acaso importa?

La vida es bella.

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Año: 1997.
Nacionalidad: Italia.
Duración: 117 minutos.
Director: Roberto Benigni.
Guión: Roberto Benigni y Vicenzo Cerami.
Actores: Roberto Benigni, Nicoletta Braschi, Giorgio Cantarini, Marisa Paredes, Giustino Durano y Horst Buchholz.

Argumento:
Poco antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial un joven llamado Guido llega a una pequeña ciudad de la Toscana para abrir un negocio. Allí se enamorará perdidamente de una chica con la que tendrá un hijo, pero al estallar la guerra acabarán todos en un campo de exterminio. Para salvaguardar la inocencia de su hijo, Guido hará lo imposible para hacerle creer que la terrible situación que están viviendo es sólo un juego.

Comentario:
Con esta película Roberto Benigni consiguió regalarnos una fábula entrañable al más puro estilo chaplinesco, una historia trágica en la que su protagonista trata de insuflar un hálito de optimismo mediante pequeños retales de humor. Es importante tener en cuenta que en esta ocasión no estamos ante un mero relato sobre el holocausto, sino que se intenta plasmar el cambio drástico que supuso la guerra y las políticas de exterminio. Y sin duda el mayor mérito de Benigni consiste en mostrar la crueldad de aquellos hechos en tono de comedia pero sin caer en la bufonada.
Roberto Benigni es un actor que suele alcanzar cotas histriónicas con demasiada facilidad, pero en este caso está bastante comedido y logra la que sin duda es su mejor trabajo hasta la fecha. Como director manipula con buen pulso el ritmo narrativo y firma un trabajo más que correcto, dividiendo el film en dos actos muy diferenciados. Pero lo que convierte esta película en algo grande es lo que se cuenta y sobre todo cómo se cuenta. Porque es un canto a la vida, al optimismo, y un profundo alegato contra el horror nazi.
En resumen, teniendo en cuenta que la gran mayoría de películas abordan el tema del holocausto en toda su crudeza, recreándose en el horror, es de agradecer una película donde se nos muestra lo mismo pero intentando dibujar una sonrisa en nuestro rostro. Y nos deja una moraleja sencilla y hermosa: que a pesar de todo, aún en los peores momentos, la vida es bella.

La solución final.

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Año: 2001.
Nacionalidad: USA.
Duración: 96 minutos.
Director: Frank Pierson.
Guión: Loring Mandel.
Actores: Kenneth Branagh, Stanley Tucci, Colin Firth, Brian Pettifer y Owen Teale.

Argumento:
El 20 de enero de 1942 tuvo lugar una reunión secreta en el distrito berlinés de Wannsee. Quince miembros de alto rango asistieron, entre ellos Reinhard Heydrich y Adolf Eichmann. Allí, entre los muros de la mansión de Wannsee, se acabó sellando el destino de la población judía europea.

Comentario:
Un punto de vista sumamente interesante que apenas se ha abordado es el de los políticos y burócratas que organizaron el exterminio en masa de millones de personas. Y aunque ésta es una película producida para la BBC/HBO, creo que es vital para entender el origen de los hechos y cómo unos hombres aparentemente normales decidieron convertir a gran parte de la población europea en cifras y ceniza.
El guión de la película está basado estrictamente en el Protocolo de Wansee, una de las treinta actas de la reunión que preparó el propio Adolf Eichmann tras la Conferencia de Wannsee. Y aunque todas fueron destruidas, afortunadamente un ejemplar sobrevivió escondido en las oficinas del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reich. El resultado es una meticulosa recreación de los noventa minutos de aquella reunión donde asistimos a un macabro debate en el que las futuras víctimas son tratadas como mercancías.
Los actores están soberbios, especialmente un gélido Kenneth Branagh que retrata a la perfección el carácter cortante de Heydrich, pero sobre todo cabe resaltar la magnífica atmósfera opresiva que se consigue. No se nos presenta a los nazis como bestias, al contrario, en todo momento se evidencia su humanidad y se muestra cómo a la vez que comen y ríen al son de la música son capaces de planear las mayores atrocidades.
Es imprescindible señalar que no se trata de una película comercial al uso. No hay explosiones ni escenas de acción, sólo una tétrica reunión y noventa minutos de rigurosidad histórica. Una cita ineludible para quienes quieran saber qué hubo detrás de las cámaras de gas y los crematorios.

La zona gris.

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Año: 2001.
Nacionalidad: USA.
Duración: 108 minutos.
Director: Tim Blake Nelson.
Guión: Tim Blake Nelson, basado en una novela de Milos Nyisli.
Actores: David Arquette, Steve Buscemi, Harvey Keitel, Mira Sorvino, Daniel Benzali y Allan Corduner.

Argumento:
Basada en una historia real, relata el levantamiento que los sonderkommandos judíos que trabajan en Auschwitz organizaron el 7 de octubre de 1944. Con la ayuda de unas prisioneras, conseguieron acumular los suficientes explosivos para destruir el crematorio y tratar de escapar.

Comentario:
Suele decirse que el ser humano es capaz de hacer lo que sea para sobrevivir. Y si algo llevó al límite al ser humano fueron los campos de exterminio como el de Auschwitz. Allí un pequeño grupo de judíos formaba lo que se conoce como «sonderkommando», una cuadrilla encargada de trabajar en las cámaras de gas y los crematorios que vivía al margen de los demás prisioneros y recibía trato de favor. Quizás fue el sentimiento de culpa o quizás el miedo a la muerte, pero la verdad es que ese día de octubre decidieron decir basta y alzarse contra los verdugos.
La trama, escrita y dirigida por Tim Blake Nelson, está inspirada tanto en testimonios de supervivientes como en libros de ex-prisioneros como Primo Levi. El título de la película es toda una declaración de intenciones, ya que la «zona gris» hace referencia a esa fina línea que separa la barbarie nazi de la inocencia de sus víctimas. Una estrecha franja de moralidad donde los sonderkommando estaban obligados a permanecer si querían salvar la vida. Sólo dios sabe lo que podía pasar por la mente de esas personas que en ocasiones debían retirar el cadáver de un padre o un hijo. Una experiencia atroz que quizás con esta película pueda comprenderse un poco mejor.
El trabajo de dirección es más que correcto, con unas interpretaciones excelentes por parte de Keitel y Buscemi, dos prisioneros que viven con ahogo y esperanza el día a día del campo. Pero lo mejor de todo, lo que convierte esta película en imprescindible y necesaria, es ese relato terrible donde se demuestra que a veces la peor condena es vivir.

Amén.

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Año: 2002.
Nacionalidad: Francia.
Duración: 132 minutos.
Director: Constantin Costa-Gavras.
Guión: Constantin Costa-Gavras y Jean Claude Grumberg.
Actores: Ulrich Tukur, Mathieu Kassovitz, Ulrich Mühe, Marcel Iures, Ion Carmitru y Sebastian Koch.

Argumento:
Kurt Gerstein es un químico y miembro de las SS que se encarga de suministrar el gas Ziklon B a los campos de la muerte donde miles de judíos son gaseados a diario. Ricardo es un joven jesuita que está al día de la barbarie que está sucediendo. Ambos hombres pondrán en peligro su vida para alertar al mundo de lo que está sucediendo y para obligar al Vaticano a alzar una voz de protesta.

Comentario:
El silencio y la indiferencia fueron absolutos cómplices de la barbarie cometida en los campos de exterminio. En este caso Costa-Gavras destapa una historia poco conocida por motivos obvios pero tremendamente nauseabunda. Por un lado la consabida precisión de la maquinaria nazi, y por el otro la lenta diplomacia vaticana que prefirió callar en beneficio de sus propios intereses.
Costa-Gavras siempre ha sido un director rebelde que gusta de remar contracorriente. Cabe recordar que cuando se estrenó esta película hubo presiones y protestas por parte del estamento vaticano, algo lógico porque a nadie le gusta que se saquen a relucir sus miserias. Pero pese a las limitaciones técnicas de Costa-Gavras se agradece que siga sacando a la luz episodios como el que se relata en esta película. Y lo hace manejando una sutil gama de grises, ya que no sólo se muestra la frialdad de los nazis y la indiferencia del estamento eclesiástico, sino que nos presenta a un alemán y un cura como muestra representativa de aquellos que criticaban ferozmente lo que estaba sucediendo aún a costa de poner en peligro su vida. Un trabajo interpretativo correcto y una trama acompasada se encargan de hacer el resto.
No es una gran película desde el punto de vista técnico, pero si la he elegido es precisamente porque aporta una visión muy necesaria de aquella parte de la sociedad que sabiendo lo que estaba sucediendo optó por el silencio.

El pianista.

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Año: 2002.
Nacionalidad: Reino Unido.
Duración: 148 minutos.
Director: Roman Polanski.
Guión: Ronald Harwood, basado en un libro de Wladyslaw Szpilman.
Actores: Adrien Brody, Thomas Kretschmann, Maureen Lipman, Ed Stoppard, Emilia Fox, Frank Finlay y Julia Rayner.

Argumento:
Un brillante pianista polaco de origen judío ve interrumpida su vida de forma violenta cuando el ejército alemán entra en Varsovia. Como todos los demás judíos quedará recluido en el ghetto, y sólo gracias a sus amigos conseguirá eludir la deportación, aunque ello supondrá perder a su familia. Solo y desesperado, deberá sobrevivir a mil peligros ocultándose de las autoridades nazis.

Comentario:
Siguiendo el camino abierto por Spielberg en el cine comercial, llegaba a nuestras pantallas esta maravilla de Polanski que nos ofrece la triste autobiografía de un talentoso pianista cuyo único pecado fue ser judío. La película olvida los horrores de los campos de exterminio y se centra en el drama humano que ocurrió en pleno centro de Varsovia, cuando sus habitantes judíos fueron separados del resto de ciudadanos por un muro como si fueran apestados. Una muestra más de la tragedia humana y social que vino de la mano del Tercer Reich.
Aunque hay ciertas similitudes de fondo con ‘La lista de Schindler’, Polanski opta por dirigir con un estilo más crudo y directo, sin recurrir al sentimentalismo. Y aunque se siguen establenciendo inevitables comparaciones, sólo cabe concluir que son dos obras maestras, cada una en su estilo y contenido. Un ritmo acompasado, una ambientación fabulosa, un guión excelente y un soberbio trabajo interpretativo, sobre todo el de un Adrien Brody que con este papel alcanzó en su carrera ese punto donde uno ya sólo puede bajar.
A lo largo de todo el metraje asistimos acongojados a una realidad que quizás hasta ahora no habíamos contemplado en toda su crudeza. Ya no se trata del sufrimiento humano en los campos de la muerte, sino de cómo un hombre puede estar rodeado de personas en plena ciudad y ser presa de un pánico atroz.
‘El pianista’ no es sólo una magnífica película sino también un documento histórico imprescindible. Y es de agradecer que Polanski evite caer en el juego fácil que supondría separar entre buenos y malos. Porque había también alemanes dispuestos a ayudar a los perseguidos y polacos que en su afán por lucrarse no dudaban en traicionar a sus compatriotas.

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Una pincelada de historia:
De buen seguro nos dejamos en el tintero grandes películas que podrían aportar su granito de arena, pero creo que con estos diez títulos que hemos comentado es posible hacerse una idea bastante aproximada de lo que significó el Holocausto y sus repercusiones a nivel humano y social.

La industria del cine siempre se ha alimentado en cierta medida de los diferentes episodios que componen la historia del ser humano. Pero en el caso del Holocausto es justo reconocer que en la mayoría de producciones se prioriza el mensaje antes que el entretenimiento como tal, quizás porque nos enfrentamos a unos sucesos repugnantes que degradaron al ser humano hasta cotas inimaginables. Para hallar el origen de tan terribles sucesos es necesario remontarse a la década de los años veinte, cuando el joven Adolf Hitler y un puñado de amigos que compartían ideología comenzaron a cimentar lo que sería el partido nacionalsocialista alemán. Y las bases de su éxito serían las duras condiciones económicas y sociales que se vivían en Alemania, siempre alimentadas por el odio hacia los judíos y atizando el fuego del rencor ante un Tratado de Versalles que había dejado a Alemania humillada y sumida en el más profundo derrotismo.

Oficialmente la decisión de exterminar a la población judía de Europa, la ya conocida Solución Final de la cuestión judía, tuvo lugar a mediados de 1941, confirmándose ya en 1942 durante la macabra Conferencia de Wannsee. Pero el caldo de cultivo comenzó a gestarse bastantes años antes, cuando el antisemitismo en Alemania estaba en pleno auge y la sociedad había absorbido las consignas racistas y xenófobas de los nacionalsocialistas. Durante los años veinte centenares de tumbas judías fueron profanadas a lo largo y ancho del país, y a finales de la década las políticas relativas a la eugenesia y la esterilización de individuos no válidos comenzaban a ser notorias. No es necesario extenderse en demasía porque el tema daría para páginas, baste con recordar que en enero de 1933 Adolf Hitler obtuvo finalmente el poder y lenta pero inexorablemente la población judía comenzó a perder todos y cada uno de sus derechos como ciudadanos. Ese mismo año finalizó la construcción del campo de concentración de Dachau, aunque al acabar la guerra el número de campos ascendería hasta mil. Esta política represiva alcanzó su punto más álgido en septiembre de 1935, cuando se aprobaron las ya tristemente conocidas Leyes de Núremberg. A partir de entonces los esfuerzos para expulsar a los judíos de Alemania se intensificaron radicalmente, más aún cuando Austria fue anexionada y ejecutó su particular purga de judíos. Finalmente en 1938 tendría lugar la famosa Noche de los Cristales Rotos, un pogromo instigado por el ministro de propaganda Joseph Goebbels que culminó con la destrucción de sinagogas y comercios judíos en todo el país. Ese fue para muchos el pistoletazo de salida en una carrera de muerte y deshumanización que finalizaría con la muerte de Hitler en su búnker de Berlín.

Las cifras exactas de este genocidio orquestado minuciosamente por el Tercer Reich son inexactas, pero se estima que algo más de 6 millones de judíos murieron en los campos de exterminio. También compartieron su suerte unos 4 millones de prisioneros de guerra soviéticos, víctimas de los territorios ocupados, polacos y todos aquellos «asociales» que según el ideal ario no eran aptos para vivir en la sociedad. Auschwitz, Belzec, Buchenwald, Dachau, Treblinka, Sobibor, Mauthausen… Son unos pocos de los campos de la muerte que han pasado a la historia como un ejemplo de la máxima degradación alcanzada por el ser humano.

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