Christine
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Dentro del panteón de objetos poseídos que ha dado la historia del cine, el Plymouth Fury rojo que da título a esta película ocupa, sin duda, un lugar destacado. Cuando un coche sale de la cadena de montaje… no siempre sale solo. Conozcamos a… ‘Christine’.

«Nueva de fábrica. Ella tenía ese olor a coche nuevo, que es el mejor olor del mundo… excepto el olor a coño, quizá» (LeBay)

Crítica de Christine

Stephen King siempre ha sido un maestro a la hora de contar historias inquietantes basadas en cosas o situaciones cotidianas. En este caso, la trama gira alrededor del típico chico introvertido, tímido y acomplejado. Un chico que además es objeto de burla por parte de sus compañeros. Y por eso la relación que establece Arnie con su coche no es otra cosa que la proyección de sus anhelos y frustraciones. En otras palabras, Christine se convierte en todo aquello que él ha querido tener y siempre se le ha negado. Incluso en lo sentimental.

Quizás la mayor diferencia entre la novela y la película radica en que esta última apuesta porque el coche sea intrínsecamente malvado. Algo que resulta obvio observando su paso por la cadena de montaje con el potente tema «Bad to the Bone» sonando de fondo. En cambio, en la novela se sugiere la posibilidad de que el culpable de esa posesión diabólica sea el último dueño del vehículo: un veterano de guerra cuyo espíritu malvado mora en él.

Para adaptar una novela de terror como esta se necesitaba a un director que supiera tomársela en serio, pero manteniendo cierto tono informal. Creo que la elección de John Carpenter fue todo un acierto. Tras el éxito cosechado con La noche de Halloween’ (1978), Carpenter no había tenido buenas críticas con ‘La niebla’ (1980) y La cosa’ (1982). Sin embargo, su estilo se ajustaba como anillo al dedo a esta historia de un coche poseído.

El primer tramo de la película está muy bien trabajado. En el mismo podemos ver la influencia que tiene Christine en los cambios que sufre Arnie, no tanto a nivel físico sino emocional. Pasa de ser un chico abstraído y humillado a ser respetado por sus compañeros. Pero es entonces cuando comete el error de iniciar una relación con una de las chicas más populares. Ese es el punto de inflexión que marcará el destino de Arnie.

A partir del momento comentado, la película sufre un cierto bajón. Básicamente porque entra en una espiral de violencia demasiado previsible. Arnie comienza a comportarse de un modo muy distinto al habitual en él y se transforma en un tipo popular con pinta de macarra (aquí cabe destacar el buen trabajo de Keith Gordon). Pero la semilla de los celos y el rencor alimentan su relación con Christine, llegando a distanciarle de todo el mundo. Sólo sus dos mejores amigos, interpretados por John Stockwell y una jovencísima Alexandra Paul, comienzan a sospechar que Christine es algo más que un simple coche.

Siempre que hablamos de vehículos poseídos ponemos especial atención en la personalidad y carácter de los mismos. En el caso de Christine se trata de un coche de los años 50 con un marcado estilo vintage. Incluso las melodías que suenan en su radio son propias de esa época, lo cual le da un toque más siniestro si cabe. Pero aquello que le confiere su estatus diabólico es la capacidad de reconstruirse por sí mismo y reparar cualquier desperfecto. Algo que observamos por primera vez tras haber sido destrozado por unos pandilleros y que se repite tras cada asesinato que perpetra. Todo en el coche nos invita a creer que está vivo. Y, sobre todo, que guía cada uno de sus pasos con fría y maligna determinación.

Los efectos visuales, a pesar de que hablamos de una película ochentera, son lo suficientemente buenos como para que no hayan envejecido nada mal. Por otro lado, Carpenter consigue recrear perfectamente la atmósfera y el clima propios de un ambiente de instituto. Esto lo logra siempre ayudado por una meticulosa selección de piezas de rock que confieren a la banda sonora un toque único. Unos temas musicales que, en no pocas ocasiones, se convierten en la voz y la conciencia de Christine, como cuando atrapa a la novia de Arnie y suena en la radio ‘Keep A-Knockin’, but yo wont’ came in’ mientras él intenta abrir la puerta.

Conclusión.
Termino ya esta crítica de Christine, a pesar de la buena recepción que tuvo la película, han pasado los años y sigue siendo considerada una obra menor de Carpenter. De hecho, el propio director ha expresado en más de una ocasión su disconformidad con el resultado final. Pero no estoy del todo de acuerdo. Creo que, sin tener la profundidad ni la audacia visual de otras obras suyas, sí está por encima de películas tardías como ‘Fantasmas de Marte‘ (2001) o ‘Vampiros‘ (1998), por poner un par de ejemplos. Es una película que consigue ofrecernos una historia terrorífica y sobrenatural. Y, además, es una de las mejores adaptaciones que se han hecho de una novela de Stephen King. Así que si alguien oye rugir el motor de Christine, que no lo dude y se suba, a cambio obtendrá una dosis gratificante de terror clásico.

Tráiler de Christine

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